La vida de los templarios en Cataluña.

Sello del Maestre templario de la provincia catalano-aragonesa. Siglo XIII. 

En sus inicios, la orden del Temple no dispuso de sellos propios, sino que dependía de unos documentos personales, 
que identificaban, como persona responsable de la autoridad de la orden, al portador de los mismos. A mediados del siglo XII se organizará una incipiente cancillería, y a partir del siglo XIII, el uso de estos sellos, por parte del maestre mayor templario, obtuvo una gran difusión.

Estos signos, que sólo podían portar los maestres mayores de la orden, conferían la máxima diginidad. Fueron elaborados en plata, siguiendo el patrón de la cancillería papal.
Los sellos eran redondos, con un diámetro de unos 25 a 30mm.
 Las jerarquías templarias, los protegían en una bolsa cerrada con tres llaves, una para el maestre, y las dos restantes, las llevaban otros grandes dignatarios del Temple.

En la Europa medieval, cada provincia del Temple poseía una matriz determinada que la identificaba de las otras.
Aquí, se utiliza la figura simbólica cristiana del Agnus Dei o Cordero de Dios, porque la provincia fue integrada con la Provenza. Más adelante, cuando logren la independencia, será sustituida por figuras ecuestres, cuyos símbolos son: el caballo, la lanza y el escudo, con la señal de la Cruz de Sant Jordi (cast. San Jorge). 

En la iconografía cristiana, el animal hebreo de los sacrificios propiciatorios, se convirtió en el símbolo de Cristo. Por un lado,  sus cualidades originales, de pureza y obediencia, por otro, el cordero será preparado para el sacrificio en la Pascua judía. En la crucifixión del Viernes Santo, la sangre del cordero representará la salvación.
El cordero, simbólicamente, se situó en la cima del Monte Sión, equiparando el centro de la ciudad perfecta de Dios en la Tierra, a la Jerusalén celeste. Por lo tanto el cordero, será asimilado a Cristo, como luz, signo más viril, del conocimiento supremo y la lucha por la cristiandad.
Recordemos que se trata de una orden religioso-militar, cuya misión favorece la repoblación y la colonización de los territorios recuperados al Islam, durante la ocupación sarracena. En los orígenes estuvieron atados al Reino Latino de Jerusalén, que pretendió ser universal, de ahí la fuerza de su simbolismo.


Para los templarios fue considerado un objeto de gran valor simbólico, puesto que su rotura podía implicar perder el hábito de la orden.

Foto: Joan Fuguet Sans.

Columnes del castell de Corbera d'Ebre, Museu d'Història d… | Flickr
Columnas del Castillo de Corbera d'Ebre en el Museu d'Història de Catalunya. En la segunda columna, empezando por la izquierda de la imagen, todavía se aprecían los símbolos templarios: la cruz patada y la rosa del Temple.

La veneración cristiana de los templarios por la cruz se relaciona con el símbolo de la veracruz, puesto que sus reliquias fueron objeto de culto desde Jerusalén, donde creían se conservaba un fragmento en la Iglesia del Santo Sepulcro, según los textos, guardada en una caja de oro coronada por perlas y gemas.

Los templarios esculpieron sus símbolos en todas sus edificaciones, pero también en las cubiertas de sus libros, las armas y sus hábitos.

En las tierras catalanas, la orden del Temple tuvo mucha importancia, pues supuso la formación de nuevos núcleos de población, a raíz de la implantacion de las comandes o encomiendas catalanas. En estas tierras se organizaron unas 25 comandes. Son muy reconocidas por los historiadores, la de Palau-Barcelona y Miravet, pero las comandes llegaron a Valencia e incluso a la isla de Mallorca, todo ello, comprendido dentro del proceso histórico de la expansión del territorio medieval.

Los templarios eran una orden medieval de Tierra Santa, con la misión de mantener el débil Reino de Jerusalén, siempre en lucha contra el Islam. Pese a este aspecto combativo, en sus primeros años la orden era más religiosa que militar. Después, se difunde hacia Europa occidental, mediante  la obra dirigida inicialmente por Hug de Payns. En aquellos momentos, la intención era la de recaudar fondos y fuerzas para seguir luchando por la Tierra Santa. 

El crecimiento y expansión en aumento se produce cuando son respaldados por los linajes nobiliarios europeos, hasta el final, con su destrucción y extinción, por múltiples causas económicas y políticas, con la abolición de la orden del Temple, a raíz del concilio celebrado en Viena en el año 1312. Como resultado del drama histórico por todos y todas conocido, el Papa cedió los bienes de los templarios a las órdenes del Hospital.

Los templarios miraron hacia la Península Ibérica, puesto que se encontraba en una situación extrema y similar a la de Jerusalén.
La actividad económica será muy fuerte en Europa, por lo tanto hemos de desterrar más el carácter épico de las gestas legendarias. 

Las comandes catalanas también pretenden una explotación del territorio, por lo tanto, se configuran como grandes explotaciones, dirigidas por las Cases (Casas) principales. 
La comanda o casa, constituyó de este modo, el núcleo de la organización administrativa y religiosa del territorio de los templarios. En estas comandes, vivían sus comunidades religiosas, los monjes, dirigidas por el comendador.

Para la fundación de una comanda era necesario contar con un patrimonio incial, como por ejemplo, la posesión de un castillo, elevado en un lugar estratégico. 

En Catalunya, los templarios crearon comandes en las áreas de las ciudades más importantes, como: Barcelona, Castelló d'Empúries, Lérida y Tortosa. No sólo escogiendo zonas urbanas sino también agrícolas, o castillos fortificados como: Miravet y Gardeny, entre otros.

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Castillo de Miravet, en la Ribera del Ebre, en Tarragona, centro de una gran comanda templaria. 

El 24 de agosto de 1153, quizá el mismo día de la conquista, el conde príncipe Ramón Berenguer, donó el castillo y los territorios de Miravet a los templarios. El término sería muy grande, pues también incluía otros importantes castillos con sus tierras de influencia (Gandesa y Corbera, entre muchos otros).

Del castillo medieval se conserva todo el recinto de grandes muros, la iglesia y algunas dependencias.
Foto: PMR

Para las fundaciones de las comandes los templarios se enfrentaban a muchos problemas, entre ellos, la falta de personal, y el gran esfuerzo económico para adecuar los edificios, con todas las reformas que precisaban para sus necesidades.

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Castillo de Granyena, en la Segarra, Lleida.
Este castillo, fue la primera fortaleza que recibieron los templarios en Catalunya. 
Castillo documentado desde el año 1097. Conserva una torre cilíndrica a 500 m al Sur, que debió pertenecer al primitivo castillo. También han llegado a nuestros días, restos de grandes muros y de los portales del castillo que construyeron los templarios en esta población en el año 1130.
El conde catalán Ramón Berenguer III, en el siglo XII, estando muy enfermo, en el final de sus días, donó este bien, junto con su caballo y sus arneses reales a la orden religiosa-militar. Los ideales religiosos de la defensa de la cristiandad y proyectos de la reconquista convencieron al poderoso.
Foto: Ángela Llop.

Las grandes extensiones administrativas templarias se fueron convirtiendo en provincias, goberandas por los maestres provinciales, también dependientes del Gran Maestre de Jerusalén.

Los templarios conseguirán donantes, aumentando su patrimonio, mediantes las permutas, las compras y ventas, concentrado cada vez más tierras y mayor poder económico. 
Construirán granjas y fortificaciones en las fronteras europeas, para su consolidación y protección.

El primer objetivo de estas organizaciones económicas templarias, conocidas como comandas será el abastecimiento, mientras que los excedentes serán enviados a la Tierra Santa. A Oriente enviaron los productos demandados, tales como: especias, pieles, lana, cereales, armamento y caballos, desarrollando una economía comercial, abriendo nuevas rutas.

Los templarios entraron en Catalunya, introducidos probablemente por la figura histórica del caballero de posible origen provenzal Hug de Rigaud. El caballero debió recibir el encargo de los monjes desplazados en Europa, quiénes captaron sus servicios. 
Los historiadores conocen que en el año 1131, Hug estaba en Barcelona convenciendo al conde Ramón Berenguer III, cinco días antes de su muerte. La Provenza estaba en manos de este conde catalán, quién recibió esta gran donación territorial por el casamiento con la condesa Dolça.

Los caballeros templarios que sirvieron las armas fueron una minoría. Esta élite selecta gobernó y dirigió el Temple en Catalunya. Estaban conformados por los comendadores, y, los sergents, estos últimos eran unos monjes auxiliares de los caballeros, con responsabilidades domésticas en la comunidad conventual, o responsables de la explotación del patrimonio.

Otros frailes comunes se ocupaban de los oficios, tales como: los cocineros, herreros, sastres, zapateros, otros, eran agricultores y pastores. El nivel cultural de este grupo social de monjes era muy bajo, asimilable al resto de los campesinos medievales, quiénes eran analfabetos. 

Según la regla francesa, los hábitos de los templarios, debían estar teñidos de color blanco, negro o burell (gris oscuro. En el siglo XIII es incierto que el nombre del color provenga de la tela, si bien, fue un viejo adjetivo románico: burius). La vestimenta incluía dos camisas, dos pares de calzones, un cinturón y una chaqueta, dos túnicas, una de ellas de invierno, forrada de pelo. A veces, una manta para el caballo. Los caballeros llevaban el manto blanco y los sergents negro o burell.
"En el archivo  de los Pirineos Orientales, se conserva un documento de cabrevación de la población d'Argelers, donde en la miniatura que lo encabeza, bellamente colorida, figura fra Jaume d'Ollers, procurador real de Jaume de Mallorca en los conventos del Rosellón y Cerdanya, ataviado con los vestidos conventuales típicos del Temple y de su categoría de fraile sergent, es decir, con una capa negra con una cruz roja en el lado izquierdo, la cabeza cubierta por la capucha y la cara con la barba. Precisamente esta última se convirtió en un elemento distintivo de los templarios, frente a otras órdenes militares, y que mantuvieron hasta su disolución. Al contrario pasó con la cabeza rasurada, que los templarios portaban inicialmente y que a finales de siglo XIII fueron sustituyendo por la cabellera suelta. De hecho, ya la Regla latina prescribía que los frailes habían de estar rasurados con tanto esmero que habían de poder ser examinados tanto por delante como por detrás." J. M. Sans i Travé.
Los templarios portaban sus estandartes, tejidos en seda o materiales nobles, normalmente eran conducidos por el mariscal, el comandante supremo del ejército de la orden.

A finales del siglo XII los templarios han conseguido una flota, operando desde Marsella, a la que han convertido en el principal puerto hacia el Mediterráneo Oriental.
A partir de la Conquista de Mallorca, Catalunya se configura como una potencia naval, con un papel principal en la flota templaria europea. Es famoso el capitán de los almogàvers, Roger de Flor, quién comandó a finales del siglo XIII el barco conocido en las crónicas como El halcón del Temple.
"Como religiosos profesos, los templarios se caracterizaban por una rígida disciplina, necesaria tanto para la rutina diaria de oración y entrenamiento como para la vida en campaña. No eran un orden intelectualmente brillante. Excepto sus curas, ningún templario no recibía las órdenes mayores y, por tanto, no podían decir misa ni administrar los sacramentos. La gran mayoría de templarios no conocían el latín ni sabían leer ni escribir. Esto les hacía difícilmente depositarios de una sabiduría ancestral que algunos autores los han atribuido. Los frailes se dividían en dos grandes categorías: los caballeros y los sargentos. Los primeros eran hijos de nobles, y su misión era combatir y mandar. Los sargentos provenían de la gente del común, del artesanado o la agricultura, pero también de la rica burguesía urbana. Tenían a su cargo tareas más serviciales, pero también se esperaba de ellos que combatieran."  Museu d'Història de Catalunya.
Los templarios consiguieron sus propósitos gracias a las bulas papales, las cuales les otorgaron todos los derechos y privilegios, para la formación de este mundo cristiano.

Sus organizaciones estaban altamente jerarquizadas. Su principal Maestro operaba desde Jerusalén, incluso en Europa.
Las Casas templarias centradas en los conventos eran dirigidas por cargos domésticos y cortesanos, como la figura del senescal, el responsable de la parte doméstica. El mariscal, líder en tiempos de guerras, fue quién se ocupó de impartir la dura disciplina, mientras que el drapier tenía los cuidados de las vestimentas monacales.

Los templarios poseyeron las explotaciones agricolas más importantes de su tiempo, contando con la tecnología más avanzada del momento, como los molinos y supieron canalizar las tierras, para el aprovechamiento de las aguas.

Dentro de la Edad Media, la esclavitud era un hecho asumido, la Iglesia no renunció a esta práctica económica habitual, ellos realizaron las tareas más árduas, sin derechos ni libertades. Los templarios disfrutaron de sus consumidos esclavos, al igual que cualquier otra élite medieval.

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Foto del castillo de frontera y la capilla catastral de Gardeny.
Los monjes de Gardeny desarrollaron también una función hospitalaria, al administrar un hostal cercano, en la vía que unió las importantes ciudades de Lérida con Zaragoza, en relación con la ruta compostelana.
Las capillas y las iglesias templarias se inscriben en el movimiento del Arte Románico, siendo austeras, pero de cuidada ornamentación.
Foto: Josep Simona.


Detalle del santuario de Bell-lloc en Santa Coloma de Queralt, en la provincia de Tarragona . Lugar que funcionó como el panteón familiar de los Queralt. 
El escudo de Pere II "Cor de Roure" luchando contra un león, aparece en diferentes puntos de la portada.

Según las investigaciones del gran historiador Joan Fuguet Sans, este santuario fue cedido por los señores feudales de Queralt a una comunidad de donantes del orden del Temple, para su cuidado. 

Posiblemente el panteón de los nobles, fue iniciativa de Pere II conocido como "Cor de Roure" (Corazón de Roble) quizá el primer señor de Queralt enterrado allí.




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