Alimentos y banquetes. Las comidas en la Edad Media.
Alimentos y banquetes. Las comidas en la Edad Media.
A finales de la Edad Media se producen grandes cambios en la alimentación, con un aumento de la importancia de los confites, puesto que los pasteles modernos no existían, pero si los dulces, como por ejemplo, los elaborados con frutas y miel. Muy a finales de la Edad Media hará su aparición el azúcar.
Nunca hemos de olvidar la dificultad de generalizar sobre un tema tan complejo y variado como fue la alimentación, sujeta a variaciones regionales, culturales y climáticas de los productos propios de temporada de cada área. La Edad Media tampoco fue un siglo, ni siquiera un continente, se trata de una periodificación que incluye demasiados aspectos para resumir con exactitud.
Los historiadores conocen los medios que utilizaron aquellas personas para extraer los preciados frutos de la tierra y sus penurias durante la escasez de los mismos, una balanza de supervivencia para las clases más pobres.
En Europa se apreciaron las frutas como golosinas, naranjas, limones y manzanas. También, al igual que la Antigüedad, supieron conservarlas secas, añadiendo más nutrientes y dulzor, como las pasas y los higos. Pese a que el consumo de fruta fresca era muy apreciado por las élites, recibió la condena de los eruditos de la época, por la creencia de que causaban enfermedades.
Los quesos eran muy valorados y variados, no es de extrañar, por su conservación larga y gran aporte de nutrientes, gran sustitutivo de la carne.
Algunos postres tipo pasta de galleta se acompañaban con licores dulces, de los que también se elaboraron muchas variedades.
Mazapanes, panes dulces o fritos con canelas y muchos confites, fueron grandes postres medievales, deseados por los paladares.
Las comidas estaban acompañadas por vino o cerveza. Beber agua no sería muy recomendable ni apetecible, por la propagación de las enfermedades por este medio. Los pobres bebían en las escudillas y las clases altas mediante grandes vasos y copones. Las bebidas se servían en jarras que preservaban la temperatura y propiedades necesarias de cada bebida alcohólica, fermentadas de forma tradicional.
Los monasterios medievales fueron los grandes centros de explotación y producción del vino, de los que todavía quedan sus bodegas y la reconstrucción del proceso en su fabricación, actividad económica lucrativa, no siempre únicamente para el autoconsumo de la comunidad monástica.
Las comidas estaban acompañadas por vino o cerveza. Beber agua no sería muy recomendable ni apetecible, por la propagación de las enfermedades por este medio. Los pobres bebían en las escudillas y las clases altas mediante grandes vasos y copones. Las bebidas se servían en jarras que preservaban la temperatura y propiedades necesarias de cada bebida alcohólica, fermentadas de forma tradicional.
Los monasterios medievales fueron los grandes centros de explotación y producción del vino, de los que todavía quedan sus bodegas y la reconstrucción del proceso en su fabricación, actividad económica lucrativa, no siempre únicamente para el autoconsumo de la comunidad monástica.
En cuanto a las clases pobres, no podemos imaginar ninguna variación, los más pobres sólo pudieron tomar una comida al día, seguramente compuesta por pan y vino. Ahora nos parece imposible sobrevivir con estos productos, los nuestros tan artificiales y refinados, pero hemos de tener bien presente que la composición era directamente natural y el aporte en nutrientes, vitaminas y minerales, suficiente para mantener una vida en un hilo, en un tiempo de vidas breves.
La Edad Media sufrió terribles hambrunas, provocadas por guerras, epidemias y desastres climáticos. El hambre fue un terrible azote para las personas, por lo tanto, cualquier fiesta religiosa era un regocijo para el estómago, siempre que se respetaran las normas, puesto que podían haber restricciones de determinados alimentos, pero esto no suponía un gran problema. Durante las cuaresmas no se podía consumir carnes sino pescados, como el congrio.
Las áreas próximas al mar, aprovecharán sus recursos, también la pesca en lagos y ríos, propiedad de los nobles o altas jerarquías eclesiásticas, pues todo territorio, incluídas las playas e islas tenían propietarios, y proporcionaron privilegios y beneficios económicos.
Los alimentos eran procesados mediante técnicas experimentadas para su conservación, se elaboraban embutidos y salazones de carnes y pescados. La sal, al igual que la pimienta, fue equivalente al oro, en particular la sal, un bien necesario para mantener el ganado en condiciones y la conservación de los alimentos. Las minas de sal fueron explotadas por los nobles, quiénes tuvieron los esclavos, al igual que en la Antigüedad, y desfavorecidos siervos para los trabajos más peligrosos y arduos.
Las áreas próximas al mar, aprovecharán sus recursos, también la pesca en lagos y ríos, propiedad de los nobles o altas jerarquías eclesiásticas, pues todo territorio, incluídas las playas e islas tenían propietarios, y proporcionaron privilegios y beneficios económicos.
Los alimentos eran procesados mediante técnicas experimentadas para su conservación, se elaboraban embutidos y salazones de carnes y pescados. La sal, al igual que la pimienta, fue equivalente al oro, en particular la sal, un bien necesario para mantener el ganado en condiciones y la conservación de los alimentos. Las minas de sal fueron explotadas por los nobles, quiénes tuvieron los esclavos, al igual que en la Antigüedad, y desfavorecidos siervos para los trabajos más peligrosos y arduos.
Realizaban grandes potajes de fideos, arroz, legumbres, y en las fiestas permitidas las carnes alimentaban aquellas poblaciones medievales.
El alimento ideal era la carne con pan, como: oveja, cerdo, poca ternera. Para las grandes celebraciones se reservaba el buey, el pollo y sus variedades, como el capón y la gallina, también los conejos pese a considerarlos impuros por la moralidad del cristianismo, junto con los cabritos, tuvieron noble condición y alta valoración patos y ocas. La perdiz era para nobles y comer palomas era muy raro. La religión confirió propiedades morales y condenas hacia animales y vegetales.
Las carnes se consumían con muchas salsas, resultando impresionante tanta variedad: salsas blancas, negras, grises, verdes, con pimientas, vinagres, nabos, cebollas, ajos, coles, espinacas puerros, ensaladas, naranjas, y un largo sinfín de salsas.
"La dieta de un noble habría sido muy diferente de las dietas de aquellos que están más abajo en la escala social. Las propiedades aristocráticas proporcionaron a los ricos carne y pescado de río recién pescados, así como frutas y verduras frescas. Los platos cocinados estaban fuertemente aromatizados con especias valiosas como alcaravea, nuez moscada, cardamomo, jengibre y pimienta. Otros ingredientes de uso común incluyen azúcar de caña, almendras y frutas secas como dátiles, higos o pasas. Los ricos atesoraban estos bienes que se importaban de tierras lejanas y que eran muy caros. De hecho, había un departamento antiguo en la corte real llamado 'spicery', que estaba completamente dedicado a las especias. Las salsas picantes fueron extremadamente populares, y se dedicaron carreras profesionales completas a la fabricación de salsas". British Library.
Las verduras y hortalizas eran típicas de cada región, como las densas coles, las habas, ajos y las cebollas. Las calabazas constituyeron un gran producto, para acompañar salados y dulces, fueron muy cocinadas durante toda la Edad Media.
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Recolección de grandes hojas de coles a finales de la Edad Media, pertenecientes al manual medieval Tacuinum sanitatis. Imagen: BNF (Francia). |
Las legumbres nombraron un siglo en la historiografía, haciendo crecer a la población en número y altura, por su gran aporte en proteínas, puesto que las carnes llegaban escasas para alimentar bocas sencillas.
Han llegado recetarios de cocina medieval tan precisos que todavía pueden degustarse hoy en día.
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