La crisis del S. XIV. La Gran Peste y otras calamidades en el Occidente medieval.

La crisis del S. XIV. La Gran Peste y otras calamidades en el Occidente medieval.
Boccaccio: el testimonio de un humanista italiano en 1348.

Detalle de la miniatura "Chroniques et annales de Gilles le Muisit "(1272-1352) redactada por el abad del monasterio de Saint-Martin de Tournai. Una representación de la que fue la gran mortandad producida por la Plaga (Peste negra) en Tournai (Bélgica).
Imagen: Bibliothèque royal de Belgique /Wikimedia Commons

Europa había crecido demográficamente, hasta mediados del siglo XIV, cuando aquel desarrollo se detuvo.  Sufrió un colapso, consecuencia de muchos factores adversos, constituyendo quizá el peor de todos ellos, la terrible epidemia conocida como la Peste Negra: una peste bubónica procedente de Asia, que devastó todos los países del continente desde 1348 a 1353.
"Se ha afirmado que la peste de 1348 redujo la población europea a 50.000.000 de habitantes, pero la cifra sólo puede considerarse aproximada. Parece que en 1360 Europa había visto reducida su población en un 35 o 40% y que, con las calamidades subsiguientes, en el año 1385 quedó en un 40 o 50%. La región de Provenza perdió, en efecto, la mitad de sus pobladores; Inglaterra, el 60%; Francia y Catalunya, el 65%, y Noruega llegó a perder el 73%." Manuel Riu i Riu (1929-2011). Historiador medievalista y arqueólogo catalán, fue catedrático de Historia medieval en la Universidad de Barcelona y de Granada.
Los historiadores, incluyen la Peste Negra, en el contexto de una gran crisis demográfica y económica, agravada por una serie de aciagos hechos y consecuencias, que condujeron a una gran inestabilidad política y a sus inevitables guerras, más las hambrunas asociadas o por malas cosechas y otros hechos sociales, como el problema de los mercenarios de guerras y desplazados, que ocasionaron el pillaje y la destrucción de las aldeas, que fueron debilitando de forma trágica a las poblaciones. 
"Los historiadores han discutido mucho sobre las repercusiones de todo orden (demográficas, sociales, económicas, políticas, culturales, científicas) y, en general, sobre el protagonismo más o menos destacado de la Peste Negra de 1348 en la llamada «crisis europea del siglo XIV» - la primera gran crisis de la transición del feudalismo al capitalismo" Jon Arrizabalaga (Oviedo, 1956). Investigador en Historia de la Medicina y la Ciencia, en CSIC  

Las ciudades y sus barrios más míseros, poblados y sucios, sufrieron más las consecuencias de la epidemia y la destrucción, que el mundo agrario. Desapareciendo más de un tercio de la población.
Muchas personas intentaron escapar de la servidumbre y la esclavitud de la economía feudal, buscando una oportunidad de supervivencia, sistema que estaba finalizando en Occidente.

Este esquema de crisis global, se aprecia en toda Europa, aunque las fechas y los países presenten características propias.
"Los textos se refieren también a males más profundos, que se interpretan como signos de una depresión general: hambres y epidemias más graves y frecuentes que antaño, que provocaron grandes estragos en la población, retrasaron y comprometieron incluso la vida económica, y dejaron su huella en la mentalidad colectiva y en el sentimiento religioso del momento." Jacques Heers (1924-2013). Profesor y gran historiador medievalista francés, quien fue director de estudios medievales de la Sorbona. 

La necesidad y el miedo, provocarían los desplazamientos de las personas y un descontento generalizado, descargado sobre otras minorías étnicas. 
Se produjeron muchos movimientos de poblaciones, con las emigraciones, causando el abandono definitivo de pequeños núcleos, de zonas de malos cultivos y de las fincas alejadas de las vías de comunicaciones.

La Edad Media constituyó un puente entre culturas, por el que se introdujeron grandes aportaciones. El contacto más desgraciado entre ambos mundos, sin duda, fue la Peste, que probablemente se inició en Asia (India o Asia Central). La epidemia se contagiaría mediante el tránsito de personas y animales, en las grandes rutas entre Oriente y Occidente.
" Más no obraba como en Oriente, donde el verter sangre por la nariz era signo seguro de muerte inevitable, sino que aquí, al empezar la enfermedad, nacíanles a las hembras y varones, en las ingles o en los sobacos, unas hinchazones que a veces alcanzaban a ser como una manzana común, y otras como un huevo, y otras menores y mayores otras." G. Boccaccio (autor italiano, contemporáneo de la Peste Negra de 1348).



Principal sospechosa de la historiografía: la pulga  de la Muerte Negra, transmisora del bacilo de la Yersinia. El repulsivo parásito áptero tropical, de los infortunados roedores, sería el causante de la gran epidemia que asoló Europa, aunque también arrasó en Asia y África. La peste bubónica es una enfermedad contagiosa e infecciosa, caracterizada por la aparición de inflamaciones en los ganglios del cuello, axilas e ingles, conocidas como "bubones", término procedente del nombre griego “βουβών”(ingle). La infección se propaga por la picadura de la pulga o el contacto con los fluidos del portador o enfermo, sea animal no humano o ser humano. El hacinamiento, con la consiguiente falta de higiene en las ciudades, la pobreza y los parásitos, tales como pulgas y piojos, residentes habituales en los humanos durante la Baja Edad Media, extendieron la fatídica plaga a mitad del siglo XIV.
En el trágico año de 1348, la Gran Peste o Peste Negra (denominación posterior del S. XVIII) desarrolló una forma desconocida hasta aquellos tiempos, una infección neumónica, muchísimo más contagiosa por medio del aire. Sin tratamiento antibiótico, su tasa de mortalidad es muy elevada.
Imagen: Wikimedia Commons

" Adquirió aquella peste mayor fuerza porque los enfermos la transmitían a los sanos al comunicar con ellos, como el fuego a las cosas, secas o empapadas, que se le acercan mucho,  y aun esto se agravó al extremo de que no sólo el hablar o tratar a los enfermos producía a los sanos enfermedad y comúnmente muerte, sino que al tocar las ropas o cualquier objeto sobado o manipulado por los enfermos, transmitía la dolencia al tocante." G. Boccaccio (autor italiano, contemporáneo de la Peste Negra de 1348).

El testimonio de un escritor ilustre: Giovanni Boccaccio.
Estatua exterior en los Uffici de Giovanni Boccaccio (16 Junio 1313 – 21 Diciembre 1375).  El poeta bajomedieval italiano pudo contarlo, llegando a escribir sobre la Peste Negra de 1348 en Florencia, con desesperado dramatismo y resignación, aceptando el castigo divino, en su obra más importante: el Decamerón. Dicha obra, constituida por 100 cuentos, inicia la primera jornada con la mortífera epidemia, cuando un grupo superviviente, formado por siete mujeres y tres hombres, se refugian en una villa de las afueras de Florencia. La majestuosa escultura del padre de las letras italianas fue realizada por el artista Odoardo Fantacchiotti en 1845. Foto: Wikimedia Commons
 "Y digo, pues, que ya habían llegado los años de la fructífera encarnación del Hijo de Dios al número de mil trescientos cuarenta y ocho, cuando en la egregia ciudad de Florencia (...) sobrevino una mortífera peste. La cual, bien por obra de los cuerpos superiores, o por nuestros inicuos actos, fue en virtud de la justa ira de Dios, enviada a los mortales para corregirnos, tras haber comenzado algunos años atrás en las regiones orientales, en las que arrebató innumerable cantidad de vidas y desde donde, sin detenerse en lugar alguno, prosiguió, devastadora, hacia Occidente, extendiéndose de continuo. Y no valían contra ella previsión ni providencia humana alguna, como limpiar la ciudad operarios nombrados al efecto, y darse muchos consejos para conservar la salud, y hacerse, no una, sino muchas veces, humildes rogativas a Dios." Boccaccio

Los únicos medios conocidos a finales de la Edad Media para protegerse de la epidemia, fueron aislar las viviendas y huir de las ciudades.
"Andando con flores en las manos unos, con hierbas aromáticas otros y algunos con diversos estilos de especias. Llevábanse a la nariz de vez en cuando estas cosas, creyendo óptimo confortar el cerebro con tales aromas, para combatir el aire,  fétido y cargado de los hedores de los cadáveres, de la enfermedad y de los medicamentos. Algunos, con más crueles sentimientos (como si ello fuese más seguro), decían que no había contra el mal medicina mejor que escapar de él; y movidos por esta opinión, no pensando en nada sino en sí mismos, muchos hombres y mujeres abandonaron su ciudad, sus casas, sus lugares, sus parientes y sus cosas, y buscaron el campo ajeno o el propio, cual si la ira de Dios, al castigar la inquinidad de los hombres con aquella peste, no pudiera extenderse a cualquier parte, sino que sólo hubiera de oprimir a los que se hallasen dentro de los muros de la ciudad; o cual si ninguna persona debiera permanecer en ella, so pena de que le llegara la última hora." Boccaccio.
Todos los males 

Rápidamente creció el terror, y con él, las ideas delirantes de personas desesperadas ante la muerte, de la que no conseguían escapar, viendo caer muertos por las calles, desembocando en un callejón sin salida, aumentaron su religiosidad, implorando en masa el perdón divino, ante lo que consideraron, el castigo de Dios. Los temores les llevaron al orbe cristiano, pero también creyeron en las prácticas mágicas y místicas.
El mundo occidental se flagelaba en procesiones expiatorias; los excéntricos flagelantes, místicos y catastrofistas peregrinos, se encaminaban hacia los núcleos urbanos, lanzando interminables sermones infernales, causando problemas y llenando de resentimiento a los más empobrecidos, quiénes empezaron a creer que los causantes de sus males, eran los extranjeros y los que no profesaban la fe cristiana, minorías que incluso llegaron a ser juzgadas y condenadas, por crímenes que nunca cometieron.
En Catalunya, Francia y Alemania se masacraba a los judíos, acusados de envenenar los suministros de agua de la ciudad. En Barcelona, el Call (de las más antiguas ciudades judías medievales de Occidente) fue finalmente destruido, junto a sus cinco sinagogas, en las revueltas de 1391. Los efectos fueron devastadores y a largo plazo en el tiempo. Las envidias de algunos, codicias e intereses y la lucha por el poder de las élites, aprovecharon los vacíos de poder y situaciones desestabilizadoras, para conseguir sus objetivos, eliminando las molestias y competencias diversas.

En Catalunya, no hemos de olvidar otros azotes naturales, como los terremotos, con sus devastadores movimientos sísmicos generalizados en todo el principado.

En Barcelona, que antes de la Peste, contaba con unos 50.000 habitantes, se pasó, diez años después de la epidemia, a menos de 40.000, cuando estaba iniciando una incipiente recuperación creciente, para terminar bajando a la mitad, a causa de una tremenda guerra civil. Por lo tanto, entre 1340 y 1477, Barcelona habría perdido casi un 60% de su población, con una recuperación muy lenta, que llegó a finales del siglo XV, pese a ser un centro importante, de atracción para gente del campo y por la importación de esclavos, a tan solo 28.500 habitantes. 

Pasado el primer azote de la epidemia, las poblaciones intentaron una recuperación demográfica. Muchas personas habían conseguido, pese a todo enriquecerse, bien, por recibir nuevas herencias y mayor aportación de alimentos, con la finalización de algunos obstáculos económicos. Como resultado aumentaron los matrimonios, y con ellos, los nacimientos. Pero la sociedad no iba a librarse de los males, la peste rebrotó, y lo hizo de forma tan inesperada como dramática.

"De noventa enfermedades, cincuenta las produce la culpa y cuarenta la ignorancia."Paolo Mantegazza (1831-1910). Médico italiano.


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