Las niñas romanas. Vida prepuberal y pubertad en la Antigüedad

Las niñas romanas. Vida prepuberal y pubertad en la Antigüedad. Historia de la mujer.

Muñeca romana  de marfil del Bajo Imperio Romano (S. III-IV d.C.). Encontrada en el interior del sarcófago de una niña de unos 5 años, como ajuar funerario, en la necrópolis paleocristiana de Tarraco (Tarragona, Catalunya). Junto a la muñeca se localizaron unos restos de hilo de oro, que hicieron pensar a los arqueólogos que estas muñecas se hallaban originalmente vestidas, con las ropas habituales de las niñas de su posición social.
Las muñecas podían estar articuladas para conferir movimientos. Fueron construidas en terracota o en marfil.

Foto: MNAT

La infancia en la Antigüedad no disfrutó de la misma consideración y duración que en la actualidad, debido a la corta esperanza de vida y las cuestiones sociales, siendo en las mujeres más corta por las exigencias reproductivas. Las féminas morían de forma natural, en mayor número que los varones. Por desgracia este hecho acontenció durante el parto y el período de puerperio, cuando las mujeres se encontraban más debilitadas y propensas a las hemorragias, infecciones y desnutrición. Las estadísticas pueden estudiarse en las necrópolis, donde suelen aparecer más mujeres y niñas enterradas que individuos del sexo masculino.
Una niña entregada en matrimonio, para generar hijos sin descanso, era sin duda, causa de muerte prematura.
También se practicó el infanticidio de niñas, aunque de forma muy minoritaria, al constituir el objetivo principal llevar a las niñas al matrimonio y a la maternidad.
Las clases más empobrecidas vendían o abandonaban a sus hijas. Según la ley de las XII Tablas (S. V a.C.) el padre romano tenía la potestad sobre sus hijos, pero la madre podía ser repudiada por él mismo, si quitaba al padre el fruto engendrado (partum). 
En una sociedad esclavista, el propietario de los esclavos regulaba sus nacimientos.
Finalmente, en el año 315 el emperador Constantino prohibió el infanticidio.
El aborto en las mujeres romanas, podía ser natural, provocado por causas mecánicas, y por pociones. Si la mujer fallecía por tomar un brebaje abortivo, la persona responsable e implicada, era acusada de envenenadora o práctica de magia maléfica. Si moría por intervenciones quirúrgicas, el delito era el asesinato. Por consiguiente, se practicaron los abortos y conocieron los métodos; de hecho, se penaba el asesinato o el envenenamiento, no tanto el aborto en sí mismo.

"Las condiciones ecobiológicas de la vida femenina están muy marcadas por la organización social y en el mundo mediterráneo antiguo no hay posibilidad de elección: una mujer no escoge el celibato, no escoge el matrimonio." Aline Rouselle
Las chicas romanas no permanecieron mucho tiempo en la mocedad, ante la evidencia de su primera menstruación ya estaban prometidas al casamiento, e incluso con anterioridad. Hay testimonios de bodas precoces, tal y como atestiguan inscripciones de niñas casadas con tan solo diez años. Por lo tanto, casar niñas antes de su adolescencia, fue una práctica habitual en el Imperio Romano. No habría de sorprendernos puesto que conocemos este tipo de matrimonios que perduran en algunas culturas del mundo hasta la actualidad. En una sociedad preindustrial prevalece la idea de que la fecundidad debe ser explotada al máximo.

Los matrimonios recibían las dotes, dinero y regalos de joyas, cuántas más riquezas más posición social, preparándose con mucha dedicación. El novio entregaba un anillo de hierro y otro de oro en representación de la fidelidad. La novia debía despedirse de su vida anterior de niña, realizando una ofrenda con sus muñecas y juguetes, para obtener el favor de los dioses. Las novias usaban un velo cuadrado de color fuego en la cabeza, que dejaba la cara al descubierto. En el rito nupcial romano realizaban celebraciones con los familiares y allegados,  procesiones, sacrificios y banquetes.
Muchas de las noticias históricas de los textos relativas a las mujeres más jóvenes hacen referencia a las clases acomodadas y la información necesaria se debe documentar con las investigaciones arqueológicas.  
En la ciudad de Barcino (Barcelona), en el yacimiento de la Via Sepulchralis (s.I a III d.C.) de la plaza de la Vila de Madrid, se han documentado enterramientos infantiles de niñas, consistente en una inhumación de fosa simple en posición de decúbito. Se trataría de enterramientos sencillos de romanos comunes. En el estudio antropológico de los restos, los niños de ocho años padecen por falta de higiene dental, muchos problemas, como las caries. Aunque su dieta fue variada (cereales, frutos secos, carne y pescado) se han detectado patologías derivadas por problemas de desnutrición y otras leves por desgaste,  en la realización de trabajos cotidianos agrícolas. La mortalidad más alta estaba entre el nacimiento y los tres años, siendo las mujeres jóvenes las siguientes, con una esperanza de vida muy baja, por muertes en parto y postparto.

Las madres acomodadas no alimentaban ellas mismas a sus hijos, disponiendo de amas de cría. Los autores romanos son muy exigentes y dan instrucciones para seleccionar a las criadoras por la calidad de su leche. Por norma general, se trataba de esclavas.
Las fuentes nos hablan de las niñeras y los apelativos cariñosos que recibían estas niñas de clase alta, tales como, pajarito y conejita. Las niñeras y amas cantaban para adormecerlas delicadas nanas en sus cunas. Los arqueólogos encontraron sus juguetes, entre ellos, los sonajeros, para distraer a los más llorones. 
Las creencias religiosas y supersticiones tampoco pueden desligarse de esta fase del crecimiento humano, siendo abundantes en la antigua Roma. Para facilitar el crecimiento correcto de sus dientes, colgaron como amuletos dientes de lobo o de caballo. Las romanas fueron muy temerosas de los males de ojo y las maldiciones, disponiendo de un arsenal de elementos para evitar las desdichas de las malas prácticas y el aciago destino. Para protegerles de criaturas míticas, las cuidadoras ubicaron una cabeza de ajo en sus mantones, y ramas de espino en las ventanas, creyendo evitar la entrada de posibles seres que quisieran inferirles males.
Las niñas jugaban con objetos muy diversos: las muñecas, los caracoles y conchas, piedras de ámbar, pelotitas, e incluso con nueces.
La primera educación la recibían de sus niñeras, quiénes les explicarían algunas narraciones populares. A continuación, recibían instrucciones relacionadas con el manejo de una casa, con las tareas domésticas. Varrón exige que las muchachas aprendan a bordar (acu pingere) para tener el buen gusto de elegir los tapices y las cortinas del ámbito doméstico. Hilar en la Antigüedad fue un símbolo de prestigio social. Las hijas del emperador Augusto hilaban, y según cuentan, el emperador usaba las prendas fabricadas por las mujeres de su ámbito familiar, sus hijas, hermanas, nietas y esposa.
Las hijas de clases acomodadas recibían toda la educación en el ámbito doméstico. 

El resto de niños y niñas romanos podían ir a la escuela. En una lápida funeraria de un maestro de escuela de Capua se representó un hombre mayor con un niño en su derecha y una niña a su izquierda. 
Algunas muchachas podían recibir una educación superior, al igual que los chicos, consistente en las lecturas de los grandes poetas. Ambos sexos, explicó Ovidio efectúan las lecturas de Menandro. Marcial expone que las lecturas más utilizadas fueron las epopeyas y las tragedias.
En la educación de las niñas se incluyó la música y la danza. Conocemos los nombres de algunos músicos maestros, como Demetrio y Tigelio, de la época de Horacio. Ovidio sublimó la belleza de una voz bien educada en el canto, el arte de las manos en unas cuerdas y la gracia de una bailarina.
Estacio el poeta, alaba a su hijastra por su físico y perfecta educación, encaminada a encontrar marido, adiestrada en la música del laúd y el canto de las poesías de su padre, mientras danzaba graciosamente.

Deméter y su hija Perséfone en los misterios Eleusianos. En el centro aparece Triptólemo rey de Eleusis, fundador de los misterios.  S. V a.C. Museo Arqueológico de Atenas. 

El mito griego fue recogido por las tradiciones romanas. El culto doméstico y las creencias populares romanas, llevaron a las madres a creer en la resurrección de sus hijas, para rescatarlas de la muerte en los infiernos, como hizo Deméter con la personificación de su hija Perséfone.
Los sirios esculpieron figuritas y relieves de terracota que simbolizaban el encuentro entre la madre y la hija, según el modelo del abrazo de Eros y Psique en la época tardorromana de Ostia.

Foto: Μαρσύας / Wikipedia

Existió el deseo de tener hijas muy hermosas, siguiendo el canon de la estética de la belleza romana. En la búsqueda de la cualidad más anhelada por las madres, se ataban cintas en la cintura de las niñas adolescentes con el control y supervisión del crecimiento de sus senos, pese a que no siempre funcionaron estos sistemas, pues recayeron quejas sobre las niñeras inexpertas que provocaron deformaciones no deseadas, como senos no tan bien formados, altura desigual entre hombros, o espaldas no tan rectas como lo esperado.

Retrato de una joven en madera de cedro con pintura realizada con la técnica de la encaústica y dorados, perteneciente a la colección de momias de El Fayum de la provincia romana de Egipto. Descubierta en Antinópolis, perteneciente al S. II. El artista ha querido reflejar la belleza de su mirada de grandes ojos, bajo las tupidas cejas, tan de moda entre las damas romanas. La tabla de madera se aplicó sobre el rostro de la difunta, en su memoria. Musée du Louvre, París.
Imagen: Wikimedia Commons


Las vírgenes desfloradas
"(...) Había cubierto la frente de la niña con el velo nupcial (...) por su parte, la muchachita, lejos de asustarse, había oído hablar de su inmediata desfloración con la mayor tranquilidad." Petronio (27 d.C.-66 d.C.), Satiricón. 
Entregar la doncella en su estado de virginidad, era un requisito imprescindible para el padre, las madres y cuidadoras responsables, al igual que mostrarse fiel ante el esposo, pero no todos los tiempos, legislaciones y espacios geográficos fueron iguales. Por ejemplo, los hebreos del Alto Imperio Romano fueron muy exigentes con la virginidad y la fidelidad, como se cita en el Deuteronomio, con la conocida prueba de la sábana manchada de sangre, la mácula, para emitir el juicio que consideró a la muchacha que mantuvo relaciones sexuales antes de su casamiento, como una prostituta. 
Quizá influenciados por estos libros y usos, los Severos (originarios de África y Siria) a inicios del siglo III condenaron a las mujeres adúlteras, aunque también podría tratarse de una evolución del derecho romano, que acabó por aceptar las demandas de los maridos que acusaron de adulterio a sus niñas esposas (menores de doce años). 
Para los cristianos romanos del Bajo Imperio también era deseable que una doncella llegara virgen al matrimonio. La historia de la virginidad de María es un testimonio de ello, que penetró en el Imperio Romano y afectó tanto a griegos como a romanos.
En las leyes bizantinas se conjuga esta herencia, donde las mujeres eran tomadas por sus maridos a los once años, antes de la aparición de su vello púbico.

  

Comentarios

  1. Se trataba de sociedades muy distintas de las nuestras.

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    1. Exacto. Tenemos la herencia cultural, pero hemos evolucionado a otro tipo de sociedad. Muchas gracias por tu comentario e interés.

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