La antigua catedral románica de Barchinona (Barcelona). Una gran catedral de los canónigos.

La antigua catedral románica de Barchinona. Una gran catedral de los canónigos construida bajo la Catedral gótica de la Santa Cruz y Santa Eulalia de Barcelona.


“Muralla endins, el barri de la catedral va experimentar també grans canvis durant aquell segle; al final de la primera dècada (1009) es va establir la comunitat de canonges, que probablement va ocupar propietats a la zona de l’absis de la Catedral actual, més endavant (cap al 1037-1040), es va començar la construcció de la catedral romànica. Aquesta catedral fou consagrada l’any 1058 i ocupava una gran part de la superficie de la catedral actual; prova d’això és el gran nombre d’adquisicions per part del bisbe i els canonges en aquesta zona de la ciutat durant aquestes dècades”. 

Philip Banks. Barcelona Quaderns D’Història, 2005.


Planta de la Catedral románica de Barcelona, consagrada en el año 1058.
Imagen:  M. Verges - M. Ferrer / ECSA.


Algunos apuntes de antiguos vestigios.

El estudio de las estructuras primitivas de la catedral es muy complejo. En el área que ocupa, se fueron superponiendo los principales edificios cristianos. Sin duda, el más destacable de todos ellos, por su gran tamaño, fue una construcción desaparecida durante siglos: la antigua catedral de Barcelona, que constituyó la construcción románica más importante de la ciudad, y que tuvo una duración de 250 años. 

En el año 1944 el ilustre historiador y arqueólogo catalán Agustí Duran i Sanpere, documentó los vestigios de una basílica paleocristiana. Las excavaciones se realizaron en el Carrer dels Comtes, en los fundamentos de la actual catedral de Barcelona, situados bajo la nave del Evangelio. 

Las intervenciones se detuvieron, hasta que fueron retomadas de nuevo a principios de los años 60.

En 1963, en el interior del muro de la actual sacristía de la Catedral de Barcelona, bajo las capas de estuco, se encontraron los restos de unas ventanas. El arquitecto, también de Lleida, Adolf Florensa, se encargó de estudiar aquellos vestigios. Los arqueólogos exploraron por primera vez toda la parte alta de la sacristía (la estancia anexa donde guardaban los objetos litúrgicos, en la cual los sacerdotes se preparaban y vestían con sus ropajes para oficiar los cultos cristianos) hasta determinar que aquellos vestigios correspondían a unas estructuras reformadas durante el S. XIII, entre ellas, cabe destacar, el hallazgo de un puente, con sobreposición de edificios, que unió la catedral con las dependencias episcopales.

En 1964, se documentaron estructuras que dieron continuidad al proyecto de investigación de la basílica prerrománica iniciado por Sanpere. En el subsuelo de la Capilla de Sant Bernardí, localizaron las basas de unas columnas, y detrás de una de ellas, se realizó el gran descubrimiento de un muro con restos de policromía; dicho muro estaba estucado, con dibujos geométricos pintados en rojo, negro y ocres amarillos. 

También descubrieron unos curiosos escalones realizados con dos lápidas romanas reaprovechadas del S. II d.C., en las cuales se pudieron leer las inscripciones dedicadas a dos personajes romanos: una a Lucrecio Ávito, y otra de Lucio Porcio.

Actualmente, el servicio de Arqueología del Ayuntamiento de Barcelona cree que la basílica se ubicaría, hipotéticamente, debajo de la Catedral de Barcelona, siguiendo una orientación similar.

La catedral románica estaba orientada hacia el noroeste, algo inusual para el S. XI en Barcelona, lo que resultó un enigma para los investigadores durante mucho tiempo, en principio, solucionado con los últimos trabajos arqueológicos, que vieron la lógica de su posición respecto a la construcción de sus fundamentos.

A finales del siglo XIX estudiaron los fundamentos de los pilares del trascoro, en el momento de la construcción que elevó el cimborrio; en aquellas indagaciones encontraron el único vestigio de la construcción de la catedral románica: los cimientos del atrio, construidos en el año 1063 y reestructurados en 1173.


Otros elementos de la catedral románica conservados son: Las impostas del MNAC y el MUHBA; lápidas sepulcrales con señales y escudos, sin inscripciones del claustro; la lápida de Pere d’Olivella de 1274 y otras sepulturas románicas: el mausoleo del obispo Berenguer de Palou de 1212-1241 (conservado en el deambulatorio de la Catedral) y el sepulcro de Arnau de Gurb de 1253-1257 (en la Catedral, en Santa Llúcia); la pila bautismal (en el museo catedralicio); la urna de Santa Eulalia (cerrada, dentro de la urna gótica de la Catedral); la puerta y muro de Sant Iu; la sacristía; el portal de mármol del claustro; la Capilla de Santa Llúcia (estos dos últimos elementos ya de estilo románico muy tardío, no pudieron pertenecer a los tiempos del Comte Ramon Berenguer el Vell y son estructuras muy reformadas en el gótico).

La catedral románica de Barchinona, fue derrumbándose conforme alzaban la nueva catedral gótica.


Pila bautismal conservada en el Museo de la Catedral de Barcelona. Se trata de un elemento constructivo romano de mármol reaprovechado para el sacramento del bautismo cristiano. Foto: ECSA/M. Catalán


Capitel románico del S. XI con ornamentación vegetal, sin figuras humanas, propio del Románico inicial, que quizá perteneciera a la catedral románica de Barcelona. Foto: MDB-Rotgers.



Elementos arquitectónicos esculpidos, con entrelazados y palmetas en relieve. Impostas procedentes de la Catedral románica de la Barchinona medieval (Barcelona). S. XI.
Fotos: Superior: MUHBA/ECSA-Calafell, i Feliu. Inferior: MNAC-MAC/ECSA-Rambol. 


Contexto de la catedral románica

"(...) cuando por la gracia de Dios este conde y marqués hubo obtenido la primacía de un amplio honor en la tierra, reconoció los beneficios recibidos de aquel que es domador de todos los bienes y, restituyó muchos servicios por un honor tan grande, tomó cuidado de la Iglesia, que es la esposa de Cristo y madre nuestra. Por ello, en el trono regio de su honor, dentro de las murallas de la ciudad de Barcelona, al ver que el templo de la sede episcopal se deterioraba por la antigüedad de la obra y que en parte había sido destruido por los bárbaros, se lamentó por causa del amor de Cristo, y él hizo renovar y restaurar, y le dio la aprobación para los cimientos, en honor de Cristo y en el nombre de la Santa Cruz y de Santa Eulalia, mártir y virgen de este país.” 
Fragmento de la extensa Acta de consagración de la Iglesia Catedral de Barcelona.
(18 de noviembre de 1058).

Como indica el documento, a causa de su precario estado, antigüedad, y en parte, por la destrucción ocasionada por los “bárbaros” (extranjeros), Ramon Berenguer el Vell junto con el obispo Guislabert, impulsaron la nueva obra, con la idea de edificar un nuevo edificio: la catedral románica. Sin olvidar que se trató de una nueva élite poderosa de Barchinona, condes feudales independientes y los nuevos canónigos llegados a la ciudad, que quisieron asentar su poder, simbolizado en su edificio principal. Aquellos personajes ricos, poderosos y asentados, estaban empezando a construir la nueva capital medieval, la capital del Principado.

La catedral románica fue consagrada en el año 1058 por el arzobispo de Narbona, en el tiempo del Comte Ramon Berenguer I el Vell (el Viejo), siendo obispo Guislabert, como hace referencia el acta de su consagración, que nombra a todas las personalidades destacadas, relacionadas con el importante acontecimiento para la ciudad de Barcelona.

En el mismo año de su consagración (1058) se consagró su altar mayor, dedicado a la Santa Creu (Santa Cruz). Se tiene noticia de otro altar, bajo la advocación de Santa María y Santa Eulalia. Fueron muchos los altares de época románica que aparecen en los documentos, entre 1058 y 1300, por medio de consagraciones y bendiciones, dotaciones, fundaciones y menciones. Estaban situados en localizaciones muy diversas de la Catedral: cripta, ábside central, capillas exteriores, naves, absidiolos y celler. 

Hemos de tener bien presente, que las ciudades medievales fueron las sedes episcopales. La catedral de la ciudad, será la máxima representación del poder episcopal: la sede del obispo. 
Barcelona en el siglo X fue una pequeña sede episcopal, con el consiguiente peligro que esto comportó, una mayor indefensión ante las guerras y amenazas, pero la ciudad manejaba las herramientas necesarias para su pronta recuperación y desarrollo, que resultó en un mayor crecimiento a partir del S. XI, con la culminación de la construcción de su gran catedral. La seguridad que aportaron los grandes condes catalanes, al fortificar, repoblar con colonos y controlar las fronteras con el Al-Ándalus (atacados por algunas razzias, otras relaciones fueron fructíferas) y otras posibles amenazas, aportó una situación de cierta estabilidad. Teniendo en cuenta que los grandes señores feudales, no sólo controlaban las fronteras con sus recién construidas torres, sino que éstas también constituyeron los centros de explotación. Sólo durante los momentos de enfrentamientos entre aquellas familias nobiliarias, en los cuales se implicaron todos, incluso la jerarquía eclesiástica, se frenaba el crecimiento.


Ramon Berenguer I, el Vell (el Viejo)

“Como patronos del nuevo templo, dichos condes Ramon y Almodis fueron sepultados, según algunos, en su claustro, y según otros en su presbiterio. Hoy dos urnas modestísimas encierran sus restos junto a la puerta de la sacristía.”
Eduardo Tamaro, 1882.

“A la catedral de Barcelona, en el mur entre la porta de la Sagristia i la del claustre hi figuren els sarcòfags de fusta que contenen les suposades despulles dels comtes de Barcelona. Ramon Berenguer, el Vell (c. 1023-1076) i de la seva esposa Almodis de la Marca (+ 1071) els quals assistiren a la consagració de la catedral el 18 de novembre de 1058, en temps del bisbe de Barcelona Guislabert (1035-1062)”.
Joan Bassegoda i Nonell

Ramon Berenguer I de Barcelona el Vell (1023-1076) fue comte de Barcelona desde el año 1035 a 1076. Hijo de Berenguer Ramon I, empezó su condado bajo la regencia de su abuela, Ermessenda de Carcassona.

El conde se enemistó con otros nobles, su propia família e incluso el mismo obispo cofundador de la Catedral, tío del conde. Ramon Berenguer I el Vell fue atacado en su residencia condal, el palacio de Barcelona, por el vizconde de Barcelona Udalard II y su tío, el obispo Guislabert de Barcelona, que ordenaron lanzarle rocas desde el palau vescomtal de Barcelona y desde el campanario de la Catedral, contra su residencia, el palacio condal. Como consecuencia de los hechos, Murió Guillem Miró y Ramon Berenguer I tuvo que hacer las paces con su poderosa abuela.

Su hijo, el comte Pere Ramon, en el año 1071 asesinó a su madrastra Almodis, pero recibió un duro castigo y penitencia en el Ál-Andalus, por este acto, murió sin descendencia, algo terrible en aquellos tiempos, donde el linaje formaba parte de la eternidad, siendo el máximo honor mantenerlo de sangre.
Ramon Berenguer I mantuvo malas relaciones con Ermengol IV d’Urgell, se dedicó a la implantación de colonos feudales para su explotación, y a la defensa de la frontera, la Marca (en la Conca de Barberà, la Segarra y Alt Camp).

El comte de Barcelona, probablemente murió y fue enterrado en Barcelona, dejando la herencia del condado a sus hijos: Ramon Berenguer y Berenguer Ramon.


Héroes legendarios y luchas contra fieras

“Unas esculturas, algún tanto toscas, pero de franca ejecución, empotradas sobre dichas lápidas y representativas de la lucha y vencimiento por Vilardell con su constelada espada, o según otros por el conde Borrell del fiero dragón que lanzaran los moros en la comarca del Vallés; se suponen procedentes de la Segunda Catedral. del siglo XI; como también se da igual orígen al trozo de arquería que corre bajo el cornisamiento superior de aquella parte del templo.” 
Eduardo Tamaro, 1882.

En el portal de Sant Iu, se han conservado seis relieves esculpidos, relacionados con la representación iconográfica de la lucha de fieras y la relación con la naturaleza. 


Puerta de Sant Iu. Catedral de Barcelona. Detalle del relieve del friso. Un caballero armado con espada y protegido por su escudo, con su indumentaria propia de 1300, lucha contra un fiera: el grifo, monstruo mitológico, híbrido de águila y león. Animal simbólico negativo, para el Cristianismo símbolo del diablo y el mal; de procedencia oriental, estaba representado en el bestiario medieval, donde se mostró como una fiera en actitud agresiva. Se podría interpretar como una lucha eterna contra el pecado, en la que ninguno de los dos contendientes parece alcanzar la victoria sobre el otro. En tiempos contemporáneos, se relacionó esta interpretación con la leyenda de la espada de Vilardell, la Excalibur catalana, por la lucha del héroe contra el Mal y la larga e imponente espada que blande el caballero.
Foto: Marta Jordán Bonet


Puerta de Sant Iu. Catedral de Barcelona. Friso con relieves. Representación de un grifo atacando a un cordero, símbolo de dios, con sus grandes y temibles garras. El grifo para parecer más amenazador puede extender sus alas y abrir el terrible pico afilado, mientras parece rugir y listo para atacar sin descanso, animales y humanos. En la parte derecha, se interpretó el tema conocido como psicomáquia medieval: el hombre como salvaje, por los atributos del hombre: con su densa barba y melena larga, de cuerpo totalmente peludo, torso desnudo y únicamente vestido con calzones (excepto la palma de sus manos) de aspecto físico muy corpulento. Bajo sus pies, un grupo de dragones, con sus alas membranosas y colas reptilianas. El hombre salvaje es símbolo de los instintos primarios, la lujuria. Los historiadores del Arte opinan que es un elemento separado a la escena del grifo, por lo tanto, no sería su intención matar al monstruo. Por su iconografía, creemos que no se trata de una representación románica; tanto las alas membranosas en los dragones, como el tema del hombre como salvaje, son propios de la Baja Edad Media hasta el S. XVI.
Foto: Marta Jordán Bonet



Puerta de Sant Iu. Catedral de Barcelona. Friso con relieves, con la representación del tema de la naturaleza. Un ciervo que perdió su cornamenta por efecto del tiempo, aparece frente a un árbol de tres ramas de exóticas hojas de acanto. Aparecen dos búhos en una composición con simetría. En un extremo una leona parece rugir, mientras protege y amamanta a sus cachorros. Los animales tuvieron un significado simbólico en el bestiario medieval, encarnando las virtudes o los vicios, con una función aleccionadora y moralista. El ciervo en la Edad Media fue uno de los animales que representó a Cristo, igual que el León; la leona, su opuesto femenino, se relaciona con la Virgen María; la leyenda cuenta que la leona era capaz de dar a luz a un cachorro muerto y que éste resucitaba a los tres días. La lechuza representa un símbolo negativo, por su nocturnidad, alejada de la luz, pero también ambivalente por su capacidad de volar, lo que le confiere espiritualidad.
Foto: Marta Jordán Bonet


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