Los miedos del Año Mil. Una apocalipsis medieval.

Los miedos del Año Mil. Una apocalipsis medieval.



Beato de Girona. Miniatura con la representación del episodio del Libro del Apocalipsis referente a la mujer y el dragón. La serpiente primigenia, rastrera y sin la capacidad para desarrollar miembros, símbolo del pecado original, irá tomando la forma poderosa del dragón, hasta llegar a dominar los cuatro elementos, para aterrorizar a las personas. El dragón, de indudable procedencia oriental, se constituyó como el símbolo poderoso del cristianismo para la representación del Mal y así reunir en una figura, a los enemigos físicos y espirituales de toda la cristiandad. Finales del siglo X, Edad Media. 
Los beatos contienen mucho simbolismo, de apariencia secreta, pero comprensible a partir de las imágenes del Antiguo Testamento, para tipificar a los enemigos de las jerarquías y sus comunidades de creyentes. Este conocimiento transmitido por medio de textos y representaciones visuales, debió ser accesible, a los lectores, pero también a sus oyentes, configurando una literatura apocalíptica y una visión cristiana de la Historia. Esta literatura, tan popular en la Edad Media, se remonta a los tiempos de las persecuciones a los cristianos.
El manuscrito miniado, conocido como el Beato de Girona, se conserva en el Museu de la Catedral de Girona.

"Apareció en el cielo una gran señal: una mujer vestida con el sol, que tenía la luna bajo sus pies, que llevaba en la cabeza una corona de doce estrellas. Había de parir y gritaba afligida por los dolores del parto.
(...) apareció en el cielo otra señal: un gran dragón rojo de siete cabezas y diez cuernos. En las siete cabezas portaba siete diademas, y su cola arrastró la tercera parte de las estrellas del cielo y las lanzó a la tierra.
El dragón se detuvo enfrente de la mujer parturienta para devorar a su hijo, así que hubiera nacido. La mujer trajo al mundo un hijo, el chico que ha de gobernar a todos los pueblos con una vara de hierro. El hijo de la mujer fue llevado ante el trono de Dios, y ella huyó al desierto, donde Dios le había preparado un lugar, para ser alimentada 1.260 días.
(...) se produjo una batalla en el cielo: Miguel y sus ángeles combatieron contra el dragón. El dragón también luchaba juntamente con sus ángeles, pero no podía vencer, y perdieron el lugar que ocupaban en el cielo. El gran dragón, la serpiente antigua, el llamado diablo y Satanás, el que engaña al mundo entero, fue lanzado a la tierra, junto con sus ángeles." Apocalipsis. 
"El Beato de Girona es un manuscrito miniado que tiene 284 folios, está escrito en letra visigótica a dos columnas. Es como todos los Beatos un Comentario al Apocalipsis hecho por Beato de Liébana. Contiene 115 miniaturas, muchas ocupan todo. El estilo demuestra la habilidad y sutileza de la miniadora o iluminadora, y es uno de los Beatos más ilustrados y de los mejores que han llegado hasta nosotros". Duoda, Universitat de Barcelona.
La entrada al Año Mil fue presentada por la historiografía tradicional como la época de los terrores apocalípticos, en contraposición del Renacimiento, como un final a un nuevo inicio, más clasicista y moderno. De hecho, el Renacimiento italiano asomó en la Edad Media.
El Año Mil pudo ser calamitoso, pero además investido de los miedos del final de milenio, que incluso hemos vivido en nuestras mentes, al sobrevivir el año 2000, con todo tipo de fobias proféticas irracionales, y otros menos, en relación al colapso de las nuevas tecnologías, propias de la cultura actual globalizada del colonialismo imperialista. Como explicó el gran medievalista francés Georges Duby, se pueden establecer relaciones entre ambos finales e inicios de los dos milenios. El miedo al otro, a las guerras, a lo sobrenatural y la muerte, a las epidemias, siguen bien presentes.
"(...) conviene remitirse al Pequeño tratado del Anticristo, escrito en 954 por Adson. abate de Montle-en-Der. Este abate se dirigía a quienes vivían preocupados por el día del Juicio; apoyándose en san Pablo, él los tranquilizaba afirmando que el final de los tiempos no iba a sobrevenir antes de que todos los reinos del mundo se hayan separado del Imperio romano, al que habían sido precedentemente sometidos. Así pues, para los letrados del siglo X, el destino del universo parecía íntimamente ligado al del Imperio: la disgregación de esta estructura maestra de la ciudad terrestre precedería al retomo al caos y a la destrucción de todo". Georges Duby.
El historiador medievalista francés Jean Verdon, nos expone los miedos medievales. Sin duda, uno de los más trágicos, fueron las hambrunas. Si en el siglo IX y X, acontecieron cuatro hambrunas, entre el año 1000 al 1350, se produjeron once años de terribles hambrunas.
"En 995, la trágica situación empujó a los desdichados al canibalismo. Raoul Glaber relata: «En esa misma época [en que el rey de Francia Roberto asolaba Borgoña, “incendiando a su paso las casas y las cosechas”], una rigurosa hambruna, que duró cinco años, se extendió por todo el mundo romano, hasta el punto de que ni una sola región se salvó de la miseria y la falta de pan. Una gran parte de la población murió de inanición. Entonces, en muchos lugares del territorio, bajo el imperio de un hambre terrible, no sólo sirvió de alimento la carne de los animales inmundos y los reptiles, sino también la de los seres humanos, mujeres y niños. Nada los detenía, ni siquiera los afectos familiares. El rigor de esta hambruna llegó al punto de que los hijos ya grandes devoraban a sus madres, y las mismas madres, olvidando su amor por sus hijos pequeños, hacían lo mismo» Jean Verdon.
"Isti mirant stella". Representación de un cometa, como presagio de los males de las guerras, con la reacción sobre Guillermo duque de la Normandía, puesto que de forma inmediata iniciarán los preparativos de la invasión, ilustrados en el gran lienzo francés bordado del siglo XI, el Tapisserie (tapiz) de Bayeux. 
Este impresionante tejido de casi 70 metros de longitud, muestra con todos los detalles la expedición militar de los normandos contra los anglosajones.
Imagen: Myrabella/Wikimedia Commons.
"No queda, de la época feudal, más que una sola crónica que habla del Año Mil como un año trágico: la de Sigeberto de Gemloux. Se viven en ese momento (...) prodigios, un terrible temblor de tierra, un cometa de estela fulgurante; la irrupción luminosa invade hasta el interior de las casas y, por una fractura del cielo, aparece la imagen de una serpiente". Georges Duby.

El rey francés Hugo Capeto, duque de los francos, en su coronación en el año 987 (finales del siglo X) representado en un manuscrito miniado del siglo XIII-XIV . Este rey falleció a causa de un rebrote de la epidemia de viruela en el año 996. Sin embargo, la viruela, a partir del siglo XI fue desapareciendo en Europa del Norte. 
Imagen: BNF, París.
"A partir del siglo IX, se inició un nuevo período. Mientras la lepra retrocedía, la viruela aparecía en forma más esporádica y la peste desaparecía, aparecieron dos nuevas plagas. En primer lugar, el «fuego sacro», que más tarde se conoció con el nombre de «fuego san Antón», al desarrollarse la orden de los antonianos, fundada en 1095 en la región de Vienne, Francia. Se trataba de una intoxicación por el cornezuelo del centeno que, mezclado con harina, daba origen a dos formas de enfermedad. Cuando la forma de la enfermedad era fuerte o convulsiva, se producían espasmos acompañados por dolorosas contracturas, que provocaban la muerte. Cuando era débil o gangrenosa, los miembros se ennegrecían, se secaban y se rompían en las articulaciones. Las personas de la Edad Media creían que el ennegrecimiento se debía a un fuego interior que quemaba los miembros, y por eso llamaron a la enfermedad «fuego sacro». Como las condiciones climáticas eran propicias, el ergotismo hizo estragos en el siglo X, provocando una gran cantidad de muertos y lisiados" Jean Verdon.

El Arte Románico culminará el sentimiento que produce la visión apocalíptica de los miedos del milenio. Mediante la representación de su colección de demonios y monstruos, destinados a provocar un miedo "saludable" en el creyente. 
Era necesario mostrar el infierno, para desear no caer en él. 
Las figuraciones escultóricas y las pinturas nos conducen a un público en su mayoría analfabeto, pero no inculto, en el sentido de ser gran conocedor de la tradición, que ahora debe aprender a través de las imágenes que representan los tallistas con la esmerada atención y control de los doctores de la Iglesia. 
El siglo XII alcanzará la expresión explosiva de los miedos, con la representación de estos conceptos simbólicos.




Expresión del miedo a lo sobrenatural y a la muerte. Capiteles románicos del siglo XII, del deambulatorio de la iglesia de Chauvigny (Vienne, Francia). En la imagen superior aparece el dragón como símbolo de la muerte, devorando un cristiano, en la inferior, en el pilar norte del crucero, el diablo con una vestidura escamosa y sus piernas abiertas sobre su trono de fuego de la condenación, muestra un cuadrado simbólico que representó el altar de la muerte, entre otros seres monstruosos que le acompañan y un personaje condenado. Estos capiteles, si bien no alcanzan la perfección del románico francés, son reconocidos por su gran expresividad.

"Todos los cristianos que habían pecado, perseguidos por los horrores de fuerzas inexplicables y atormentados por la amenaza de un castigo terrible, reconocían su propio destino delante de la imagen de los dragones alados que devoran las almas desnudas de los condenados". Uwe Geese.

El concepto que definió la Edad Media como etapa histórica decadente, entre el paso de la disciplinada, marmórea, y perfecta Antigüedad clásica a la gran Edad Moderna, con la formación de sus Estados, iniciada después de los grandes descubrimientos, ha sido superado en el estudio de la Historia. 
"Son relativamente muy abundantes. En la época del renacimiento carolingio. que introdujo a toda la cultura escrita en un marco estrictamente eclesiástico, el afán de prolongar la tradición romana y de seguir las huellas de Tito Livio o de Tácito fue fuertemente estimulado, en efecto, por otra actitud intelectual: el sentido de la duración inherente a la religión cristiana. Porque el cristianismo sacraliza la historia, la transforma en teofania. En los monasterios, que fueron los principales focos culturales de la época de Carlomagno y que volvieron a serlo en el Año Mil. la práctica de la historia se integraba con toda naturalidad en los ejercicios religiosos". Georges Duby.
La Edad Media en Occidente vio grandes renacimientos, pues nunca abandonó el clasicismo, bien presente en el Arte y contexto cultural. El gran esfuerzo de copistas e ilustradores, hombres y mujeres, por la preservación y estudio de la admirada, por estas personas también, cultura clásica, nos legaron las ideas renovadas que se remontan a la Antigüedad. La Edad Media por lo tanto nunca fue una edad oscura, con tal dedicación en el estudio de la Antigüedad clásica, el Islam y mundo oriental, con grandes aportaciones a la Filosofía y la Ciencia, contando con grandes pensadores y escritores; además, pintan, tallan y edifican, con gran esfuerzo y organización de sus colectividades. También fue un mundo con una cosmovisión que divinizó la luz, donde el color fue considerado signo de riqueza. La ausencia de la luz, las tinieblas, representada por el caos y sus monstruos, era reino de la muerte y el sufrimiento. Asimismo, el color marrón se identificó con la tierra y la pobreza. Teniendo bien presente que no hablamos de un sólo siglo, ni de un único continente, ni una sola cultura o pueblo, sino de aproximadamente mil años, donde han transcurrido grandes transformaciones y crisis, nuevas técnicas y descubrimientos.

Mapamundi del Beato de Liébana de finales del siglo XI, del Manuscrito de Saint-Sever. El mapa está orientado hacia el Oriens, el Oriente. 
Imagen: Scanned from John Williams, The Illustrated Beatus: A Corpus of the Illustration of the Commentary on the Apocalypse, Volume I:Introduction.


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