Los oráculos y los misterios en la Grecia Antigua.

Los oráculos y los misterios en la Grecia Antigua. Una historia de la adivinación para la promoción del culto a los dioses.


"En días establecidos, a los que iban a preguntar, que habían hecho los sacrificios requeridos y los ritos de purificación  (y pagado unos honorarios considerables) se les permitía dirigirse al dios en su propio nombre o como agentes de sus comunidades. Apolo contestaba por mediación de una médium llamada Pitia o Pitonisa, sus palabras eran transcritas en versos a menudo ambiguos por el jefe de los sacerdotes, un magistrado profano, y el interesado luego tenía que interpretarlos lo mejor que podía. Había, pues, un elemento místico en Delfos que lo alejaba de las ceremonias rituales corrientes, pero no de otros santuarios oraculares, cada uno de los cuales tenía su propio método de funcionamiento. Lo más curioso es el papel de una mujer como portavoz del dios, cosa rara entre oráculos, aún más destacada por el hecho de que todas las demás mujeres no podían entrar en el templo."
M.I. Finley. Ilustre historiador especialista en Grecia Antigua (1912 New York -1986 Cambridge).


Kylix ática de figuras rojas, con la representación de la adivina, la pitia del Oráculo de Delfos, interpretando para el rey mitológico de Atenas, Egeo. S.V a.C.
La respuesta de Apolo se obtenía mediante los versos que los sacerdotes transcribían de las palabras, más bien, sonidos delirantes que protagonizaba la Pitia.



"de los oráculos dependían muchas decisiones humanas  acerca de la salud y la enfermedad, la guerra y la paz, las colonizaciones y las migraciones , los crímenes y los castigos". 


Un mundo antiguo por adivinar

La religión griega arcaica y algunas de sus prácticas pueden documentarse bien a partir de los poemas  homéricos, y otros textos de autores griegos, como el geógrafo y viajero turístico de la antigüedad Pausanias, el aedo Hesíodo o el gran historiador de lo anecdótico Heródoto, y por supuesto, mediante el estudio de las fuentes arqueológicas.

En el mundo antiguo se practicaron ritos para encontrar los vínculos con el mundo sobrenatural y poder escuchar los designios de los dioses, que a pesar de su apariencia humana (poseedores de sus pasiones y vicios) fueron las principales personificaciones inmortales creadas por las civilizaciones helénicas, para sublimar las cualidades de fuerza, poder, belleza e inteligencia.
Por encima del panteón divino, los helenos creyeron en una fuerza que rigió su vida desde el nacimiento a la muerte, la Moira, el equivalente al Destino, quizá uno de los elementos más ancestrales, puesto que puede encontrarse en otras culturas europeas.
La adivinación del destino, es una práctica que se presupone muy antigua; de ahí derivó la importancia de los oráculos en la Grecia primitiva.

Aquellas personas antiguas intentaron agradar y calmar la ira de sus dioses, obteniendo sus favores y protección, para ello recurrieron a toda una serie de especialistas, como los magistrados "sacerdotes" (hiereis), videntes, profetas y adivinos. Además, la arqueología atestigua que los helenos practicaron sus cultos y ceremonias a nivel privado, realizando sus ritos domésticos. En tiempos de las monarquías, los mismos reyes profesaron como oficiantes. Otros rituales de adivinación los practicaron mediante asociaciones específicas.

Durante la época arcaica se iniciaron los grandes centros religiosos, que obtuvieron reconocimiento en amplios territorios de la Grecia antigua, lugares de mucho prestigio por su habilidad en la práctica de la adivinación.
Para llegar a estas reconocidas cualidades sobrenaturales, se usaban los métodos más curiosos, como el estudio del vuelo de las aves, siempre las mensajeras de los dioses, por su relación entre el cielo y la tierra, incluso por su capacidad para sobrevolar los mares. Se podían adivinar las decisiones divinas escudriñando las entrañas de los pobres animales sacrificados, o escuchar los mensajes sibilantes de las ramas de los árboles mecidas por los vientos (Santuario de Dodona). Muchos eran los santuarios, donde operaban las sibilas, tan apreciadas por aquellos griegos.
Perdidos entre la bruma de los tiempos, los dioses empezaron a "hablar" a los clientes, por medio de los oráculos griegos, en aquel momento, los santuarios se hicieron grandes núcleos de poder, participando de las intrigas y los sobornos, con la participación ambigua, en las guerras médicas,  recibiendo los grandes tesoros, por parte de ambos bandos, en compensación de la obtención de los augurios, a favor de unos, o en contra de los otros.
El principal dios "adivinador" conocido, sin duda, se trató del hijo de Zeus, Apolo, patrón de los músicos. Para su culto, se establecieron santuarios en diversos lugares de la geografía griega. El oráculo más importante de la Antigüedad, en su honor, estaba ubicado en Delfos.


Delfos. El espacio de la voz de Apolo


Templo circular (Tholos) del Santuario del Apolo Délfico. Uno de los más bellos ejemplos de la arquitectura griega, por su luminosidad, preciosismo y efecto de fantasía, aún siendo un edificio de tamaño reducido.
El más reconocido oráculo de la Antigüedad. Según la tradición Apolo lo heredó de la Madre Tierra griega (Gea). En el santuario se consultó a la Pitia, antes de la obtención del oráculo, se realizaban ceremonias de purificación y sacrificios, con el fin de realizar la petición al dios. Foto: Wikipedia.

Los orígenes del santuario de Delfos se remontan a la civilización micénica, cuando debió funcionar como un santuario de pastores trashumantes.
Durante el S. VIII a.C., al iniciar la época arcaica, experimentó su desarrollo y crecimiento entorno a un manantial de agua del Monte Parnaso.


Maqueta del Santuario de Delfos, en el Museo Arqueológico de Delfos. Fuente/Foto: Wikipedia

El santuario se ubicó en una zona elevada y en pendiente. En la parte más alta del sitio se realizaron los Juegos Píticos, una celebración deportiva que otorgaba mucho prestigio. De todos los juegos, el más importante, se realizó en otro santuario, en Olimpia, en honor de Zeus (Juegos Olímpicos).
El complejo, que fue reconstruido a lo largo del tiempo, también constaba de un teatro y en el témenos o espacio sagrado se construyó el templo  de Apolo, que según contaba Pausanias, en su entrada ostentaba un estatua de oro del dios de 16 metros de altura.  
Los restos que se contemplan en la actualidad pertenecen al S. IV a. C., superpuestos sobre los del S. VII-VI a.C. 
Debemos imaginar al santuario como el más espectacular de toda Grecia, con varias especies de águilas sobrevolando su espacio y el eterno manantial.

Tesoro de los Atenienses, mármol, S. VI a.C.. Delfos."el tesoro de los atenienses no se habría erigido para conmemorar una victoria o algún otro acontecimiento histórico, sino tan sólo para manifestar en el sagrado recinto de Delfos la devoción y la riqueza de la ciudad que lo donaba". Fuente/Foto: Wikipedia

Las ofrendas que se realizaban en estos santuarios (Delfos y Olimpia) comportaron una demostración de poder económico, político y social, puesto que mediante ellas, demostraban la gran rivalidad entre personajes, reinos y polis.


Hedonismo místico y misterio. Cultos dionisíacos

Opuesto a la gloria política del gran Apolo, se desarrollaron unos cultos más relacionados con las mujeres, con aires del Próximo Oriente, conocidos como los misterios (religiones mistéricas) entre los que destacó el libertador Dionisio, el dios del desenfreno orgiástico, acompañado por sus demonios los sátiros híbridos de los caballos, los ebrios silenos, y las sensuales Ménades, las bacantes danzarinas exaltadas que descuartizaban animales.




El misterio de las reencarnaciones de Orfeo

El orfismo, otro de los cultos del misterio, fue una doctrina elaborada en el S. VI a.C. muy relacionada con la literatura griega (Platón, Píndaro). Resultado de una reacción, contención, evolución o elaboración perfeccionada, depende de los autores, ante el alocado culto dionisíaco, que pretendió remontarse a los orígenes de los tiempos, pero que debe situarse con la política colonial de los Pisistrátidas, los descendientes del tirano griego de Atenas Pisístrato. 
Según estas creencias, la humanidad tuvo su origen en los Titanes, explicando una idea de culpa y de pecado, de la que los órficos trataban de purificarse, viviendo de forma moral y espiritual, para separarse de los obscenos dionisíacos. Para la obtención de la salvación del alma, debían desterrar los placeres del cuerpo, realizando ritos orientados a la unión con el dios Zagreo, un dios sumido en la tristeza, al ser derrotado por los Titanes.  Realizando abstinencia de la carne obtenían la pureza, después de tres etapas sucesivas en cuerpos de animales y hombres, conseguirían alcanzar lugar entre los divinos, mientras las almas de los no iniciados descendían a los lodos infernales del Hades.

En honor del dios tracio Orfeo, el poeta y músico de la Antigüedad, se realizaron los cultos mistéricos órficos.

Altar de Pérgamo. Lucha de gigantes. Los Olímpicos contra los Titanes. Océano, personificación de todos los mares del mundo, es aplastado en su cola de pez por Nereo, maestro de Afrodita y  dios de las olas del mar.

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