Ángeles. Los seres celestiales venidos desde el Mediterráneo oriental.
Ángeles. Los seres celestiales del Mediterráneo.
Isaías mencionó a los serafines por primera vez:
«Por encima del Señor Yahvéh estaban de pie unos serafines con seis alas cada uno: dos para cubrirse la cara, por miedo a ver a Yahvéh, dos para cubrirse los pies (eufemismo para designar el sexo), y dos para volar. Uno a otro se gritaban diciendo: Santo, santo, santo es Yahvéh Sebaoth. Su gloria llena toda la tierra (...)Voló entonces hacia mí uno de los serafines, sosteniendo en la mano una brasa encendida que había tomado con unas tenazas de encima del altar. Me tocó con ella la boca y dijo: Mira, esto ha tocado tus labios, tu pecado se ha borrado, tu iniquidad ha sido expiada.»Pseudo Dionisio Areopagita también relató el significado del serafin:
«La santa apelación de serafines significa para el que sabe hebreo "los que queman", es decir "los que calientan" ... El movimiento perpetuo alrededor de los secretos divinos, el calor, la profundidad, el ardor hirviente de 'una constante revolución que no conoce relajamiento ni declinación, el poder de elevar eficazmente a su imagen a sus inferiores, animándolos del mismo ardor, de la misma llama y del mismo calor, el poder de purificar por el rayo y por el fuego, la evidente e indestructible aptitud para conservar idénticas tanto su propia luz como su poder de iluminación, la facultad de rechazar y de abolir toda tiniebla oscurecedora, tales son Serpiente las propiedades de los serafines según se deduce de su mismo nombre».
"En esta sorprendente síntesis se encuentran todos los poderes del fuego: ardor, purificación, identidad a sí mismo, luz e iluminación, y disipación de las tinieblas. El serafin simboliza todos estos poderes en el plano más espiritual de la conciencia." Chevalier.
Durante la Edad Media, los teólogos difundieron a estos extraordinarios espíritus, asegurando que se encontraban en lo más alto de la jerarquía celeste, rodeando el trono de Dios, mientras protegían con sus grandes y plumosas alas, el Arca del Pacto o de la Alianza.
"En la jerarquía celeste (PSEO, 206-207), los querubines pertenecen al orden superior, entre los -> tronos y los ->serafines, «que se sientan inmediatamente a la vera de Dios en una proximidad superior a la de todos los demás ... (recibiendo) las iluminaciones primordiales de la Tearquía ... las apariciones de Dios y las más altas perfecciones. Los querubines se caracterizan, en su conformidad con Dios, por la masa de conocimiento, es decir, por su efusión de sabiduría: la denominación de querubín enseña, por otra parte, la aptitud en conocer y contemplar a Dios, recibir los más altos dones de su luz, contemplar en su potencia primordial el esplendor teárquico, acoger en sí la plenitud de los dones que vuelven sabio y comunicarlos a continuación a las esencias inferiores gracias a la efusión de esta sabiduría que lo ha colmado con sus beneficios» (PSEO, 207)."
«a causa de su sitio en el arca, se diría que Yahvéh se sienta sobre los querubines. Éstos encuadran el arca en el templo de Salomón. Tiran del carro de Dios en Ezequiel y son la montura de Dios en el salmo 18: Un querubín toma por carro y vuela, elevado en las alas del viento.»
Los ángeles se remontan a la Antigüedad. Desde Próximo Oriente la idea del ser celestial alado, mensajero de los dioses, se expandió hacia las civilizaciones de la cuenca del Mediterráneo. Los sumerios, los babilonios y los egipcios, representaron "ángeles", en las figuras de divinidades o genios, quiénes a su vez transmitieron su influencia a las otras culturas con las que entablaron relaciones, tales como: los griegos (las victorias aladas), los etruscos y los romanos.
"Parece que desde la destrucción del Templo los querubines simbolizan los seres celestiales. Se verá más tarde, como en Egipto, ángeles cubiertos de alas y ojos, símbolos de la omnipresencia y la omnisciencia". Chevalier.
El cristianismo expuso a sus seres celestiales, de modo asexual, aunque la apariencia de los primeros ángeles cristianos, tanto por su indumentaria, como por su aspecto, será básicamente, el masculino.
Las figuras artísticas angélicas pasaron de Italia a Francia y después a Flandes y territorios germánicos, llegando a expandirse por la Península Ibérica, aunque su tradición es propia del Mediterráneo.
Los espíritus puros alados del cristianismo fueron clasificados por los historiadores del Arte, según su representación iconográfica y las acciones realizadas; entre ellos aparecen: ángeles cantores, músicos, turiferarios (balancean incensarios), ceriferarios (con cirios encendidos), de la guarda, mensajeros y orantes.
Los ángeles estaban vestidos con ricas túnicas, a veces con sandalias doradas con gemas. A mediados de la Edad Media aparecen ataviados con ropajes de la liturgia de la Iglesia.
Los ángeles no tuvieron nombres, tan sólo los siete arcángeles. Entre ellos los más famosos, por sus representaciones artísticas, fueron: Gabriel, Miguel y Rafael.
Los seres alados, con vocación de apariciones ante los humanos, fueron mencionados en la Biblia, tanto en el Antiguo, como en el Nuevo Testamento. En lo esencial, fueron seres creados por Dios, totalmente espirituales, que no contienen materia corporal, pese a su capacidad de manifestación, garantizando la conexión entre el Cielo y la Tierra, como portadores de las noticias o las órdenes del Todopoderoso de los cielos. Otra función, muy importante, fue la de protección, no sólo hacia los simples mortales, sino también, al Pantocrator.
Estos seres celestiales libraron combates con otros oscuros, los demonios, del signo opuesto a los ángeles.
A partir del siglo XII, los ángeles aumentan su protagonismo popular. En el siglo XIII, cada vez son más frecuentes y aparecen esculpidos en las catedrales, mostrando el canon de belleza juvenil, propio del Arte gótico. En el siglo XIV los artistas representarán a los seres angélicos siguiendo el ideal de los motivos clásicos.
Paulatinamente, el ángel quedó incluido en la heráldica de los monarcas, como los Capetos, sosteniendo escudos de blasones de armas.
El Renacimiento mostrará a sus ángeles llenos de gracia, con caras afeminadas y rasgos de la belleza de los efebos de la Antigüedad clásica.
Los siglos XVII y XVIII verán la expansión de los ángeles custodios.
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