Ángeles. Los seres celestiales venidos desde el Mediterráneo oriental.

Ángeles. Los seres celestiales del Mediterráneo.

Ángel del tipo Serafín, en una pintura mural románica del MNAC de Barcelona. Puede leerse la leyenda que le identifica: "SCS (Sanctus) SERAFIM" que suele acompañar a los personajes sagrados en este tipo de representaciones artísticas medievales.
Los ángeles acólitos balancean su incensarios para bendecir a Jesús y las brasas alejan los pecados de las personas terrenales, aunque en ocasiones, también realizan su ritual ante la figura de la Virgen María. 

Los ángeles estaban asociados a las teofanías (apariciones de Dios).

Sus alas son bellamente policromadas y oceladas, conteniendo los ojos del pavo real, animal simbólico desde el mundo grecorromano, emblema de la diosa madre del panteón oficial, Hera. Esta majestuosa ave, de simbolismo solar, asociada con la rueda, será adoptada por el cristianismo primitivo, por la leyenda de su carne incorruptible, que le atribuye la inmortalidad. La sagrada cola del pavo real cristiano muestra el cielo estrellado.

Los Serafines tienen rostros y manos similares a los humanos, pero sus pies podrían parecerse a las pezuñas de los terneros. El serafín fue reconocido como un híbrido de varias criaturas, resultado de las visiones del profeta Ezequiel; quién también escribió la relación de estos entes espirituales con los cuatro animales, que suelen acompañarle, conocidos en el mundo del Arte como los tetramorfos. En la imagen de la izquierda, asoma uno de los tetramorfos: el león de San Marcos.

"Cada uno de ellos tenía un rostro de hombre delante, un rostro de león a la derecha, un rostro de toro a la izquierda y los cuatro un rostro de águila." Ezequiel.
Isaías mencionó a los serafines por primera vez: 
«Por encima del Señor Yahvéh estaban de pie unos serafines con seis alas cada uno: dos para cubrirse la cara, por miedo a ver a Yahvéh, dos para cubrirse los pies (eufemismo para designar el sexo), y dos para volar. Uno a otro se gritaban diciendo: Santo, santo, santo es Yahvéh Sebaoth. Su gloria llena toda la tierra (...)Voló entonces hacia mí uno de los serafines, sosteniendo en la mano una brasa encendida que había tomado con unas tenazas de encima del altar. Me tocó con ella la boca y dijo: Mira, esto ha tocado tus labios, tu pecado se ha borrado, tu iniquidad ha sido expiada.» 
 Pseudo Dionisio Areopagita también relató el significado del serafin: 
«La santa apelación de serafines significa para el que sabe hebreo "los que queman", es decir "los que calientan" ... El movimiento perpetuo alrededor de los secretos divinos, el calor, la profundidad, el ardor hirviente de 'una constante revolución que no conoce relajamiento ni declinación, el poder de elevar eficazmente a su imagen a sus inferiores, animándolos del mismo ardor, de la misma llama y del mismo calor, el poder de purificar por el rayo y por el fuego, la evidente e indestructible aptitud para conservar idénticas tanto su propia luz como su poder de iluminación, la facultad de rechazar y de abolir toda tiniebla oscurecedora, tales son Serpiente las propiedades de los serafines según se deduce de su mismo nombre».
"En esta sorprendente síntesis se encuentran todos los poderes del fuego: ardor, purificación, identidad a sí mismo, luz e iluminación, y disipación de las tinieblas. El serafin simboliza todos estos poderes en el plano más espiritual de la conciencia." Chevalier.

Los ángeles serafines y querubines poseen unas ruedas (símbolos solares) para mover el trono portátil de Dios. En las figuradas visiones de Ezequiel aparecen dos ruedas entrelazadas, al igual que sucede con sus alas. Las ruedas también suelen ser representadas con ojos ocelados.
Los ángeles serafines de seis alas y los querubines de cuatro, fueron confundidos desde la Edad Media.

Foto: Marta Jordán Bonet.

Durante la Edad Media, los teólogos difundieron a estos extraordinarios espíritus, asegurando que se encontraban en lo más alto de la jerarquía celeste, rodeando el trono de Dios, mientras protegían con sus grandes y plumosas alas, el Arca del Pacto o de la Alianza.
"En la jerarquía celeste (PSEO, 206-207), los querubines pertenecen al orden superior, entre los -> tronos y los ->serafines, «que se sientan inmediatamente a la vera de Dios en una proximidad superior a la de todos los demás ... (recibiendo) las iluminaciones primordiales de la Tearquía ... las apariciones de Dios y las más altas perfecciones. Los querubines se caracterizan, en su conformidad con Dios, por la masa de conocimiento, es decir, por su efusión de sabiduría: la denominación de querubín enseña, por otra parte, la aptitud en conocer y contemplar a Dios, recibir los más altos dones de su luz, contemplar en su potencia primordial el esplendor teárquico, acoger en sí la plenitud de los dones que vuelven sabio y comunicarlos a continuación a las esencias inferiores gracias a la efusión de esta sabiduría que lo ha colmado con sus beneficios» (PSEO, 207)." 
 «a causa de su sitio en el arca, se diría que Yahvéh se sienta sobre los querubines. Éstos encuadran el arca en el templo de Salomón. Tiran del carro de Dios en Ezequiel y son la montura de Dios en el salmo 18: Un querubín toma por carro y vuela, elevado en las alas del viento.» 
Los ángeles se remontan a la Antigüedad. Desde Próximo Oriente la idea del ser celestial alado, mensajero de los dioses, se expandió hacia las civilizaciones de la cuenca del Mediterráneo. Los sumerios, los babilonios y los egipcios, representaron "ángeles", en las figuras de divinidades o genios, quiénes a su vez transmitieron su influencia a las otras culturas con las que entablaron relaciones, tales como: los griegos (las victorias aladas), los etruscos y los romanos.
"Parece que desde la destrucción del Templo los querubines simbolizan los seres celestiales. Se verá más tarde, como en Egipto, ángeles cubiertos de alas y ojos, símbolos de la omnipresencia y la omnisciencia". Chevalier.

Representación de Vanth, divinidad femenina de ultratumba, en la tumba etrusca de Anina (necrópolis de Tarquinia, Italia). La misteriosa imagen porta una antorcha para guiar a los muertos en su recorrido al mundo infernal, efectuando en su misión, la función del ente clasificado por los eruditos como el psicopompo (conductora de los muertos).

El cristianismo expuso a sus seres celestiales, de modo asexual, aunque la apariencia de los primeros ángeles cristianos, tanto por su indumentaria, como por su aspecto, será básicamente, el masculino.



Ángel alado y con nimbo (aureola que le identifica como personaje sagrado), vestido con una camisa túnica de pliegues, verde y rosa, colores asociados a Dios, descalzo, sosteniendo la rueda cósmica. Arte románico. MNAC (Barcelona).
La rueda cristiana, fue símbolo del círculo de la creación divina, conteniendo a Dios mismo. Una creación continua y eterna, por sus ciclos y sus repeticiones, porque la rueda se desplazaba para superación de sí misma. El mundo medieval cristiano pretendió organizar un mundo circular, donde cada ser estaba predestinado a repetir las mismas funciones.
Foto: Marta Jordán Bonet.



Los ángeles se muestran en las escenas en las que Dios manifiesta toda su gloria. Al mismo tiempo, son los encargados de preparar las almas para la visión del Redentor.

En los orígenes del cristianismo más primitivo carecieron de alas, siendo en cambio, al adquirirlas, el atributo que más los identificó a lo largo de la Historia.

Los primeros ángeles cristianos llegaron desde la antigua capital del Imperio Romano. El primer ángel con alas fue representado en el siglo IV, en el ábside de la Iglesia de Santa Prudenziana, en la capital eterna, Roma. Aquel inicial ángel romano, apareció desnudo, siendo el único de todo el arte paleocristiano.



Al principio los ángeles fueron fruto de visionarios, para pasar a convertirse en alegorías.



"Cuando hubo dado esta orden al hombre vestido de lino diciéndole: Toma fuego de entre las ruedas. de entre los querubines. el hombre entró y se paró junto a la rueda: el Querubín extendió la mano hacia el fuego que estaba en medio de los Querubines, lo tomó y lo puso en el hueco de las manos del hombre vestido de blanco. Éste lo cogió y salió. Entonces vi Que los Querubines tenían una forma de mano humana bajo sus alas. Miré: había cuatro ruedas junto a los Querubines y el aspecto de las ruedas era como el centelleo del topacio. Las cuatro tenían. en cuanto a su aspecto. la misma forma; era como si una rueda estuviera dentro de la otra (...) Oí que se les daba a las ruedas el nombre de galgal (torbellino) (...) Cuando los querubines avanzaban, las ruedas avanzaban junto a ellos: cuando los Querubines desplegaban las alas para elevarse de la tierra, las ruedas no se separaban tampoco de su lado. Cuando ellos se paraban. se paraban ellas, y cuando se elevaban ellos, se elevaban ellas con ellos. pues el espíritu del ser viviente estaba en ellas." Ezequiel.


Ángeles del Islam. El profeta Idris y el terrible demonio azul atormentando.
El demonio cristiano, ángel caído, fue adoptado de Oriente.
Imagen: Illuminated Manuscript collection of Stories of the Prophets. Avicena mostró a los teólogos latinos la angeología musulmana,  también asimilada por los eruditos cristianos, como por ejemplo, Guillermo de Auvernia, en su tratado cósmico. 

Las figuras artísticas angélicas pasaron de Italia a Francia y después a Flandes y territorios germánicos, llegando a expandirse por la Península Ibérica, aunque su tradición es propia del Mediterráneo. 

Los espíritus puros alados del cristianismo fueron clasificados por los historiadores del Arte, según su representación iconográfica y las acciones realizadas; entre ellos aparecen: ángeles cantores, músicos, turiferarios (balancean incensarios), ceriferarios (con cirios encendidos), de la guarda, mensajeros y orantes.

Los ángeles estaban vestidos con ricas túnicas, a veces con sandalias doradas con gemas. A mediados de la Edad Media aparecen ataviados con ropajes de la liturgia de la Iglesia.


Los ángeles no tuvieron nombres, tan sólo los siete arcángeles. Entre ellos los más famosos, por sus representaciones artísticas, fueron: Gabriel, Miguel y Rafael.

Los seres alados, con vocación de apariciones ante los humanos, fueron mencionados en la Biblia, tanto en el Antiguo, como en el Nuevo Testamento. En lo esencial, fueron seres creados por Dios, totalmente espirituales, que no contienen materia corporal, pese a su capacidad de manifestación, garantizando la conexión entre el Cielo y la Tierra, como portadores de las noticias o las órdenes del Todopoderoso de los cielos. Otra función, muy importante, fue la de protección, no sólo hacia los simples mortales, sino también, al Pantocrator.

Estos seres celestiales libraron combates con otros oscuros, los demonios, del signo opuesto a los ángeles.

A partir del siglo XII, los ángeles aumentan su protagonismo popular. En el siglo XIII, cada vez son más frecuentes y aparecen esculpidos en las catedrales, mostrando el canon de belleza juvenil, propio del Arte gótico. En el siglo XIV los artistas representarán a los seres angélicos siguiendo el ideal de los motivos clásicos.

Paulatinamente, el ángel quedó incluido en la heráldica de los monarcas, como los Capetos, sosteniendo escudos de blasones de armas.

El Renacimiento mostrará a sus ángeles llenos de gracia, con caras afeminadas y rasgos de la belleza de los efebos de la Antigüedad clásica.

Los siglos XVII y XVIII verán la expansión de los ángeles custodios.

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