Las puertas fortificadas de la muralla durante la Alta Edad Media en Barcelona.

Las puertas fortificadas de la muralla durante la Alta Edad Media en Barcelona. Los nuevos castillos de la ciudad.

La muralla de Barcelona se reorganizó y reaprovechó entre los siglos VI y XI, pues a finales de este período hubo un reforzamiento del concepto de plaza fuerte fuera de la ciudad. En este proceso, se fortificaron las puertas de acceso de la muralla a la ciudad.
Después del ataque de Almanzor el Victorioso, en el año 985, quien sometió a la ciudad de Barcelona, en uno de los peores ataques de su historia, se vio en la necesidad de reforzar el sistema defensivo, de este modo se inició la fortificación de las puertas, convirtiéndolas en castillos.
En el portal nordeste o Portal Mayor (Portal Major, Plaça de l'Àngel) se construyó el Castillo Viejo (Castell Vell), en la puerta del sudoeste, el Castillo Nuevo (Castell Nou), ambos propiedad del vizconde. En el portal noroeste, el Castillo del Obispo (Castell del Bisbe), y en el portal sudeste, el Castillo de Regomir (Castell de Regomir) que incluyó la construcción de un arco, para unir las dos torres de planta circular, de extremo a extremo, de la puerta de la ciudad.
El Castillo de Regomir, también se denominó como castillo episcopal ya que se encontraba bajo jurisdicción del obispo de la ciudad. Estaba bastido en la muralla de Barcelona, en la puerta más cercana al mar. Actualmente sólo se conserva la capilla de Sant Cristòfor. El barrio de Regomir, formado fuera de la puerta, era un barrio marinero, donde se construían los barcos (Fusteria Vella). El nombre de Regomir pudo originarse del principal canal de la ciudad, el conocido como Rec Comtal, de una de sus partes, con el nombre de Rec (o reg) de Mir o de Miró. También pudo proceder de un personaje mítico, el fantástico rey Gamir.
En el 1015 tenemos la primera mención del Castillo de Regomir. Sabemos que en el año 1148, Ramón Berenguer IV, conde de Barcelona, fue el señor de este castillo fortificado, pasando por herencia a esta dinastía de los Berenguer.
Por último, remarcar que las características defensivas de Barcelona, una ciudad muy bien protegida por sus murallas y torres, fueron decisivas para ser escogida como capital regia de la corte visigoda, para que se convirtiera en una plaza fuerte durante el poder andalusí y para el establecimiento de la sede condal durante el reino de los francos.






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