Las visiones de San Juan. El Apocalipsis.


 Las visiones de San Juan. El Apocalipsis.

Foto: Los tapices de Angers, Castillo de Angers en Anjou, países del Loira, Francia. Siglo XIV.

Detalle del tapiz con la imagen de una dama ricamente ataviada, con corona, sentada a lomos de una bestia similar a un león de siete cabezas con diez cuernos, sosteniendo un copón de oro, sobre un fondo floral, probablemente se trate del emblema o elemento heráldico, como es habitual en estas representaciones. Quizá el simbolo alegórico de la mujer corresponda con la visión de San Juan, referente a la gran prostituta de Babilonia. 

La mujer en el Apocalipsis se muestra con gran ambivalencia. Los padres de la Iglesia, pese a su misoginia, asmilaron la figura de la mujer apocalíptica con la representación alegórica de la institución de la Iglesia, o posteriormente con la figuración de la Virgen María. 

En su concepción más antigua, la figuración de la mujer apocalíptica de Babilonia, aparece propiamente como el enemigo, simbolizando a los infieles. En el Apocalipsis, tanto Babilonia, como la propia Roma, representaron la fuerza del mal de este mundo.

En Angers, evoca el dominio de la realeza, cabalgando a lomos de la bestia, símbolo del mal, o del enemigo, mostrando el poder conferido por Dios, simbolizado por el copón litúrgico de la Iglesia. Puesto que la prostituta de Babilonia se muestra muy vanidosa y enjoyada, representada con un espejo, y no propiamente con el copón, que si portarán los ángeles conteniendo en su interior el líquido de la cólera de Dios. En el manuscrito de Lorraine (Francia) del año 1295, ya se representó a la prostituta de Babilonia portando el copón de oro.

Esta gran colección de tapices apocalípticos de cuidada elaboración, fue encargada por Luis de Anjou al tapicero parisino Nicolás Bataille, quién los realizó con lanas nobles de colores llamativos, utilizando como plantilla los cartones del pintor Juan de Brujas. 

Foto: Kimon Berlin. Tapiz del Apocalipsis, exhibido en el castillo de Angers, Francia.

Los tapices representan el tema del ciclo del Apocalipsis. Las escenas del tapiz muestran la serie apocalíptica de las siete plagas y deben ser leídas de izquierda a derecha, iniciando la serie por el nivel superior. Colgadura lujosa pero dramática por su tema apocalíptico, puesto que la obra la hemos de situar inevitablemente en el contexto histórico de la guerra de los Cien Años.

Actualmente se conservan 70 impresionantes tapices, aunque se cree que la serie original constaría de 84 piezas. 

"El tapiz del Apocalipsis es el conjunto de tapices más antiguo que se conserva en la actualidad de esta magnitud (100m)." Castillo de Angers.

A partir de la Edad Media, se impone entre las élites la moda de vestir con grandes colgaduras los muros de las principales salas, presbiterios y altares, no sólo como abrigo y decoración, sino también, para la transmisión propagandística del simbolismo de los poderosos. Algunos investigadores creen que aparece el propio Luis I de Anjou protagonizando varias escenas, representado como un personaje suntuoso y barbado, siempre orientado hacia las construcciones relevantes del tapiz, tales como, el baldaquino, la capilla y el palacio real.

"Luis I de Anjou manda tejer en 1375 el tapiz del Apocalipsis. De sus 140 metros originales, solo se han conservado y expuesto al público un centenar. El tapiz ilustra el texto de San Juan, último libro de la Biblia.
Refleja asimismo la desazón de finales del siglo XIV, punto culminante de la Guerra de los Cien Años. Realizado en un periodo de gran efervescencia cultural, con excepcionales medios financieros y técnicos, revela el talento del maestro cartonero Jean de Bruges, pintor del rey".
Museo del Castillo d'Angers.

El suntuoso tapiz fue exhibido en la corte, en el año 1400, durante las bodas del hijo de Luis I, Luis II, con la hija del gran rey Juan I de Cataluña y Aragón, Violante de Aragón, reina titular de Nápoles, nacida en Barcelona sobre el 1381-(?). 

Posteriormente, en el año 1480, el rey Renato de Anjou, último duque de la casa dinástica, hizo donación del tapiz a la Catedral de Anjou. Sin embargo, a mediados del siglo XIX, el tapiz fue sufriendo daños por usos incorrectos, como ser utilizado como cobertura para los caballos del castillo, para ser finalmente restaurado y conservado en el año 1954, cuando los militares abandonaron de forma definitiva el castillo de Angers.

El libro del Apocalipsis contiene las extrañas visiones de San Juan el Evagelista, acontecidas en la isla de Patmos (Grecia; Mar Egeo), supuestamente descritas por él mismo. 

San Juan es llamado por una voz de trompeta y contempla al Viviente, el primero y el último, ante los siete candelabros de oro, mientras en su mano aparecen siete estrellas, que representan las siete iglesias de Asia, los templos de aquellas primitivas comunidades cristianas a quiénes se dedica el libro: Éfeso, Esmirna, Pérgamo, Tiátira, Sardes, Filadelfia y Laodicea. 

Imagen: Mosaico de la basílica de San Marcos en Venecia, que muestra el episodio del Apocalipsis. Las siete iglesias de Asia con los siete ángeles.

Imagen: San Juan Evangelista en Patmos, obra de Cosme Turà. Siglo XV, realizada al temple sobre tabla. Museo Nacional Thyssen-Bornemisza, Madrid. 

El águila es el símbolo o tetramorfo que representa a San Juan Evangelista, que a su vez aparece con el libro en sus manos. Las cuatro figuras de las visiones de Ezequiel y Juan son: el hombre, el toro, el león y el águila, conocidos en el Arte como los tetramorfos. En el libro del Apocalipsis son llamados los cuatro Seres Vivientes. Simbolizan la universalidad de la presencia divina, y son representados conformando el trono de Dios.

Para los primeros teólogos de la Iglesia primitiva, el emperador es asimilado a la Bestia, creando un gran conflicto político entre ambos poderes, Iglesia e Imperio, que terminarán solucionando con el tiempo.

"Sacramento divino y juramento humano, signo de Cristo y signo del demonio, la luz y las tinieblas no pueden caminar nunca juntos; no se puede seguir a la vez, dos poderes, a Dios y al emperador" Orígenes (160-220).

La Bestia. Según el libro del Apocalipsis, el sexto emperador romano era la Bestia y su numerología era representada mediante el famoso 666.

Foto: Busto del emperador Nerón en el Museo Capitolino (Roma).

El siete también es ambivalente y puede representar a la Bestia infernal del Apocalipsis, que posee las siete cabezas rugientes, puesto que según Jean Chevalier, Satán se esfuerza por copiar a Dios.

"Asimismo el falso profeta, el Anticristo del Apocalipsis estará marcado con el nombre de la Bestia o con la cifra de su nombre. "¡Aquí se requiere sabiduría! ?El que tenga inteligencia calcule la cifra de la Bestia. Es una cifra de hombre: su cifra es 666." (13, 17-18). Designa a César-Nerón (si se toman las letras hebraicas), o a César-Dios (según las letras griegas). Jean Chevalier.

"Es lícito universalizar la designación, ya que la historia continúa trás la muerte del Nerón histórico, no sin nuevos Nerones surjan, y ver en la cifra de la Bestia el poder o del estado divinizado". F. G. Meier.

"El nombre de imperator no lo usaron sus inmediatos sucesores (de Augusto), pero de Nerón en adelante se convirtió en parte integrante de la nomenclatura imperial." J.P.V.D. Balsdon.

Las escenas fueron escritas con tanta fantasía simbólica, de difícil interpretación, que estimularon las mentes de los artistas. En la Edad Media contiene un tema iconográfico muy importante por su amplio repertorio de imágenes, lo que supuso la producción de extensas series.  

Probablemente se inició como una literatura al servicio de la memoria, en defensa de las primeras comunidades, perseguidas por algunos emperadores romanos, para después, ser utilizada como herramienta para la expansión del antiguo cristianismo, puesto que fue transcrito y reelaborado por los monjes en sus comunidades monásticas, siguiendo el transcurrir de la Historia, para llegar a ser instrumento de los Estados, principalmente de la Iglesia como institución, quién a partir del año 1000, activa los miedos más viscerales de la sociedad medieval occidental, la doctrina conocida como milenarismo, formando parte de las preocupaciones del medievo europeo, con el fin propagandístico de esparcir la condena a los enemigos de la Fe cristiana, quiénes también lo son de los Estados cristianos, de contínua formación en Occidente.

"Libro de la Revelación que cierra el Nuevo Testamento. Contiene la descripción de una serie de visiones enteramente simbólicas, acerca del destino futuro de la Iglesia y del mundo." Federico Revilla.

El Anticristo fue el ser que encarnaba la oposición y el combate contra la Iglesia y su santidad, configurado, al principio como una terrible bestia con diez diademas en sus cuernos y siete salvajes cabezas con fauces de león, cuerpo de leopardo y poderosas garras de oso, que surge del mar. 

Foto: Beato de El Escorial, Madrid, España, Real Biblioteca de San Lorenzo, con la representación de la adoración de la bestia y del dragón. Las bestias apocalípticas siguieron al dragón, máxima representación del mal y del diablo durante la Edad Media, para ser adorados por muchas personas.

A partir del siglo X, durante el Arte Románico, se elaboran muchos códices miniados en el territorio hoy perteneciente a España. Realizados en base a los "Comentarios al apocalipsis", obra del monje Beato de Liébana. 

Los códices más antiguos pertenecieron a la escuela de miniaturistas mozárabe, de estilo rígido e hierático, para después, entrar en el Románico pleno. Los historiadores del Arte creen que estas miniaturas inspirarán la pintura mural y a los principales tallistas de las portadas y claustros románicos medievales.

La Iglesia persiguió la herejía externa, básicamente el Islam, y las internas, quizá las más peligrosas, con mucha represión y dureza, puesto que podían producirse en cualquier momento, dividiendo y debilitando el proyecto de crear un mundo cristiano, bien administrado y dirigido.

"La verdadera explicación del poder que ejerció el Apocalipsis sobre las mentes hispanas es la consonancia entre su mensaje y la situación religiosa en España, donde la herejía constituía una úlcera para el cuerpo de la Iglesia ortodoxa, y el cáncer tremendo y aparentemente victorioso del mahometismo se extendía por todo el territorio." C.R. Dodwell.

"!Ay de la tierra y el mar, porque descendió el diablo a vosotros animado de gran furor, por cuanto sabe que le queda por tiempo" (Apocalipsis, 12,12). Mensaje que fue aplicado por la Iglesia, durante la Edad Media a los grandes herejes: los enemigos musulmanes y los cismáticos.  

"La imagen de la bestia ha pasado a la iconografía cristiana especialmente a través de los beatos". Federico Revilla

Imagen: Beato del monasterio de las Huelgas (Burgos).  Año 1220. 

El beato de las Huelgas se halla conservado en la Pierpont Morgan Library. Se trata de uno de los beatos de mayor tamaño, de los más nuevos, y uno de los pocos destinados a una comunidad monacal femenina, puesto que el precioso códice fue encargado por una dama desconocida. Los monasterios medievales fueron grandes centros de reproducción de códices encargados por la alta nobleza.

La gran serpiente representación del mal envuelve a Babilonia, la ciudad maldita por los antiguos cristianos.

En la apertura del quinto sello aparecen los mártires, visitiendo túnicas blancas como símbolo de pureza, pero al romper el sexto, sobreviene el Gran Cataclismo. La tierra tiembla, el sol se torna negro y la luna es de color de la sangre.

"En la tormenta aparecen los grandes comienzos y los grandes fines de épocas históricas: las revoluciones, los nuevos regímenes, el tiempo escatológico, el Apocalipsis. Los dioses creadores y organizadores del universo son dioses de la tormenta" Jean Chevalier
 

Foto: The Morgan Beatus, Morgan Library. Beato del monasterio de las Huelgas. Desde el siglo X (herencia de la tradición del monje de Liébana) hasta el año 1220, con la elaboración de los códices más nuevos. Es el beato de tamaño más grande conservado.

Manuscrito iluminado del Apocalipsis de las Huelgas (Burgos, España) con la representación del episodio de la mujer apocalíptica, la mujer vestida de sol y el dragón.

Despúes de la apertura de los siete sellos, suena la última trompeta, y en el cielo aparece la mujer apocalíptica.

"Va envuelta con el sol, con la luna bajo los pies y una corona de doce estrellas sobre la cabeza".

La mujer está a punto de dar a luz, y un enorme dragón espera para devorar a su hijo. San Miguel y los ángeles combaten y vencen al dragón, mientras a la mujer le crecen alas para escapar al desierto; entonces el dragón arroja un río para ahogarles, pero es absorbido por la tierra.

"Fue arrojado el enorme dragón, la antigua serpiente, el que se llama Diablo o Satanás, el que sucede al universo entero; fue arrojado a la tierra y sus ángeles fueron arrojados con él." 

Esta figuración femenina será asimilada con la imagen de la Virgen María, y después, con la Inmaculada Concepción.

Arco del cordero apocalíptico de Sant Climent de Taüll, hacia 1123. Estaba ubicado originalmente en la clave de la bóveda del arco preabsidial de la iglesia románica de Sant Climent de Taüll. Foto del Museu Nacional d'Art de Catalunya (MNAC), Barcelona.

El cordero es la representación de Cristo. La oveja joven, que áun no ha cumplido un año, conducida al sacrificio entre las comunidades de pastores, asimilada al cordero pascual, símbolo de Cristo destinado a la salvación de la Humanidad.

El cordero constituye una de las imágenes más extendidas durante la Edad Media, en el arte románico. También es el atributo de San Juan Bautista: 

"Entonces he visto un cordero derecho, que parecía degollado, con siete cuernos y siete ojos, que son los siete espíritus de Dios enviados a la tierra".

En el libro del Apocalipsis el cordero aparece con siete ojos. Es adorado por los ancianos, puesto que Dios aparece sentado en su trono, y a su alrededor, hay 24 tronos más, con los ancianos con coronas de oro que lucen ropajes blancos, y al mismo tiempo, por los evangelistas. 

La misión del cordero consistirá en abrir los siete sellos que cierran el libro del trono. 

Cada sello contiene visiones, algunas muy inquietantes, como los cuatro jinetes del Apocalipsis (Cristo, la Guerra, el Hambre y la Muerte).

"El sello es un objeto capital en las antiguas civilizaciones orientales.  (...) Dios marca a unos hombres con su sello mostrando así que le pertenecen y que están bajo su protección. El autor del Apocalipsis parece pensar aquí claramente en un signo preciso, sea el nombre de Dios, sea la letra X, inicial del nombre de Cristo en griego. (...) El Apocalipsis habla de un libro sellado con siete sellos cuya interpretación crea difíciles problemas. (...) habrá que señalarse que ese documento sellado por dios no puede ser abierto más que por un ser revestido de la entera autoridad divina: el Cordero, es decir, Cristo." Jean Chevalier.

"El mundo terrenal y cósmico era concebido como una liza donde se libraba una gigantesca batalla entre Dios y Satán, cuyo envite era la salvación de la Humanidad." Pierre Bonassie.

Los cuatro jinetes del Apocalipsis. La Muerte cabalga sobre un caballo pálido o verdoso, enarbolando una espada muy afilada, como un cuchillo. Aparecen en las aperturas de los primeros cuatro sellos del Apocalipsis.
 

Foto: Jordi Ferrer. Iglesia de Santa Maria d'Arties, la Vall d'Aran, Pirineos. 

Pinturas murales realizadas sobre 1580 con la representación del Juicio Final. Las trompetas del Juicio Final anuncian la resurrección de los muertos. Los muertos salen de sus tumbas para ser juzgados en el fin de todos los tiempos. A los condenados les espera el infierno, donde serán eternamente torturados por los diablos.

En el libro del Apocalipsis aparece el Juicio universal, con Cristo Juez sentado en su trono impartiendo la justicia divina, a partir de la lectura del Libro de la Vida, que contiene las historias de cada persona. Según el Apocalipsis, aquellos que no estuvieran inscritos en el Libro de la Vida serán arrojados directamente a un lago ardiente.

Para los artistas de la Edad Media el color gris representa el Juicio Final. Para los hebreos el gris era el color de las cenizas y de la tristeza, puesto que se cubrían con ellas para expresar el dolor.

"los Evangelios y el Apocalipsis, anuncian que alguna vez el mundo terminará. Surgirá el Anticristo que seducirá a los pueblos de la tierra. Después el cielo se abrirá para el retorno de Cristo en gloria, viniendo a juzgar a los vivos y a los muertos.
En el Reino, en la Jerusalén celeste culminará la larga procesión del pueblo de Dios. Conviene estar listos para afrontar el día de la cólera. Los monjes dan el ejemplo: visten el hábito de abstinencia y se han apostado a la vanguardia de la marcha colectiva" Georges Duby. El año mil.

Imagen:
Bamberger Apokalypse, Staatsbibliothek, MS A. II. 42. Siglo XI.

La última visión de San Juan corresponde con la Jerusalén celestial. San Juan ve bajar del cielo a la Ciudad Nueva, la Jerusalén celestial, como la casa eterna, donde está el río, y se adora al Cordero (símbolo de Cristo).

La Jerusalén celestial era la tierra prometida para los antiguos cristianos, así como Canaán lo fue para los hebreos. 

"El libro se abre con una visión de la liturgia celestial (...) y finaliza con otra liturgia: la de la nueva y eterna Jerusalén en la que Cielo y tierra son una misma realidad." Collen MC Dannell y Bernard Lang.

"El Apocalipsis es uno de los libros bíblicos menos leídos y  conocidos. Quizá sea esto bien por la dificultad de sus símbolos y códigos simbólicos, bien por la dureza de sus imágenes y de sus enseñanzas e incluso porque plantea cuestiones muy actuales que ningún otro libro sacro hace con tanta urgencia." E. Aliaga Girbés.

La revelación secreta de Juan. Producción del Apocalipsis según Alberto Durero, impreso por Jeronimus Greff. Imagen: Gutenberg Museum.

 

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