El viaje legendario a las tierras remotas. Los "mirabilia" de Oriente.
El viaje legendario a las tierras remotas. Los "mirabilia" de Oriente.
Desde la Antigüedad, los griegos sintieron la fascinación por las maravillas de Oriente, como documenta la Historia y la Arqueología, a su vez, transmitida a los autores romanos, incluso a otros orientales, llegando a la plenitud en la Edad Media, con los bestiarios.
En la Alta Edad Media comenzarán las creaciones que llegarán al máximo de lo fantasioso con el Bosco, a finales del siglo XV.
En la Alta Edad Media comenzarán las creaciones que llegarán al máximo de lo fantasioso con el Bosco, a finales del siglo XV.
Aquel género continuó hasta el Renacimiento, maravillando a los lectores con la descripción de lugares remotos repletos de criaturas extraordinarias.
Durante los tiempos del padre de la Historia, Heródoto (s.V a.C.) existieron las rutas comerciales entre Asia Central e India. Las conquistas de Alejandro Magno abrieron nuevos pasos, llegando hasta el Valle del Indo (más lejos del Afganistán actual).
Aquellos caminos fueron trazados por los viajeros, en condición de comerciantes, guerreros y peregrinos, a lo largo de la Historia, que ejercieron de embajadores culturales, al trazar un puente entre culturas.
Las narraciones legendarias de las maravillas de los viajes de Alejandro Magno fascinarán a toda la Edad Media. Desde Pseudo- Calístenes (siglo III a.C.), el conquistador macedonio se enfrentaba (en las mentes imaginativas) a seres extraños en aquellas exóticas tierras que intentó conquistar. Después de la Biblia, esta obra será considerada el libro más influyente en la Antigüedad y Edad Media, por su gran expansión, ya que fue traducido a muchas lenguas antiguas (europeas y orientales).
"En el Libro de Alexandre el motivo del viaje y lo maravilloso, entendido como un “universo de objetos” particular dentro del imaginario medieval, se encuentran estrechamente entrelazados. Dentro del recorrido trazado por el texto, los mirabilia cumplen una doble función: poner de manifiesto la existencia de un orden armónico de todas las cosas y acusar sus eventuales perturbaciones, o amenazas de perturbaciones, originadas en la esfera de los acontecimientos humanos". María Eugenia Alcatena (Universidad de Buenos Aires).
Historia de preliis Alexandri Magni del siglo XV. Alejandro Magno luchando contra un dragón con corona y posible relación con las amazonas, legendarias mujeres guerreas hijas del dios griego de la guerra Ares. Quizá hace referencia a las mujeres-luna armenias. Su reino estaba situado a orillas del Termodonte y estaban gobernabas por una reina, sin injerencias masculinas.
Alejandro Magno al luchar contra un dragón se muestra como el héroe civilizador.
El dragón con alas membranosas ya no es propio de la plena Edad Media; aparecerá al final, por las relaciones comerciales consolidadas con Oriente.
El simbólico dragón se convertirá en el ser más peligroso y con poder de todos los animales fabulosos, al controlar todos los elementos (tierra, agua, aire y fuego) que no crearán armonía sino discordia, entrando en contradicción entre ellos. También se le confirió un valor cósmico y alquímico. Esta criatura representa el caos a combatir. Relacionada con las antiguas monarquías britanas. A partir de los legendarios relatos históricos traducidos al italiano y al francés medieval, se extenderá como símbolo del enemigo de la realeza, por extensión de toda la cristiandad (frente al infiel) como representación del mal, al que debe vencer el noble caballero.
Imagen: National Library of Wales.
Las Amazonas son un mito de la Antigüedad (antiguos griegos), y otra cuestión fue el origen de la creación del topónimo del gran río Amazonas de América del Sur.
"Si hemos de hacer caso a la explicación más generalizada, el nombre de Amazonas se lo dio Francisco de Orellana, el primer europeo que logró navegar por el río hasta su desembocadura. La aventura de Orellana y del reducido grupo de españoles que le acompañaron se había iniciado en Quito, en la Navidad de 1541, con el propósito de atravesar los Andes y encontrar el famoso Eldorado. Naturalmente no lo hallaron, pero encontraron un gran río en Iquitos y tras ir a favor de sus aguas durante 4.800 km, al cabo de siete meses lograron llegar a su desembocadura en el Océano Atlántico: era el 28 de agosto de 1542. Según el propio Orellana, las márgenes del río estaban densamente pobladas de multitud de pueblos de etnias diferentes, mucho más numerosos los pueblos y etnias que los que pueden hallarse en la actualidad. Y es leyenda que al tener que enfrentarse los españoles a varios de estos pueblos, encontraron una etnia en que las mujeres se defendían con igual arrojo que los hombres y aun los sobrepasaban en los ataques, razón por la cual bautizaron a esa etnia de amazonas y desde ella al río en cuyas márgenes vivían como 'río de las amazonas'. Pero existe otra hipótesis, tan plausible como la anterior, que asegura que el nombre de Amazonas es el resultado fonético que en español dio la palabra con que los nativos designaban al río y que, al parecer, significaba 'rompedor de embarcaciones', porque este efecto producía el río al contactar en su desembocadura con el océano". Maximiano Trapero. Catedrático de Filología Española Universidad de Las Palmas de Gran Canaria.
En su origen, los conocimientos adquiridos de Oriente y de la India eran muy lejanos y vagos, como para alcanzar un naturalismo en sus representaciones, en los mapas y las ilustraciones.
Mapa del siglo XII de la geografía de Ptolomeo, con la representación de la isla de la Taprobana (posiblemente Sri Lanka). Algunas islas fueron reales y otras fantásticas, aunque en ambas aparecieron los elementos legendarios.
Mapa: Wikimedia Commons.
Mapa: Wikimedia Commons.
"Tommaso Porcacchi, en Le isole più famose del mondo (1590), nos describe una Taprobana llena de riquezas, sus elefantes y sus enormes tortugas, y también habla de la característica atribuida por Diodoro Sículo a sus habitantes, que tendrían una especie de lengua bífida («doble hasta la raíz y dividida; con una parte hablan a uno, con la otra a otro»)". Umberto Eco.
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