Tirinto. Arqueología de una acrópolis fortificada.

Tirinto. Arqueología de una acrópolis fortificada. La primera civilización palaciega, con carácter urbano y sistema administrativo centralizado en Occidente.

Vista panorámica de la acrópolis de Tirinto. La fortificada acrópolis se encuentra a tan sólo 7 kms al sudeste de la ciudad mítica del Argos de Dánao, llegado de Egipto (la ciudad más antigua de la Argólide).
Tirinto está edificada en una pequeña elevación rocosa de 18 m de altura respecto a la llanura.
Sus murallas fueron llamadas ciclópeas. Según la mitología fueron construidas por los mismos cíclopes, los gigantes de un solo ojo en la frente, dotados de gran fuerza y habilidad, hijos de los titanes, Urano y Gea. Los primeros cíclopes fueron tres personificaciones de la furia de los elementos: el trueno, el relámpago y el rayo. Los cíclopes de Tirinto fueron conocidos como los "Quirogástores" (los que trabajan con sus manos) por lo que algunos autores los relacionan con algunas pervivencias míticas de los forjadores de bronce (el único ojo, sería por un parche que utilizaban en sus trabajos).
Las murallas que se han conservado, al igual que los otros vestigios pertenecen a la última fase de construcción (siglo XIII a.C.). Han sido muy bien restauradas en los años 50, sin perder su aspecto original.
La acropólis constaba de diversos sistemas defensivos. Dispuso de torres, rampas, túneles secretos, casasmatas y poternas (puertas). Sus murallas tienen un perímetro de 725 m y un espesor de 4.5 m a 17 m.
La acrópolis estuvo habitada desde el Neolítico.

Tirinto se erigió como una de las grandes ciudades de la antigua civilización micénica, junto con la famosa Micenas.

Los micénicos ejercieron su talasocracia en el Mediterráneo oriental, desde el siglo XV a.C. al siglo XII a.C. Su influencia en el mundo griego y su relación con las epopeyas homéricas (La Ilíada y la Odisea) se extendió tres mil años en el tiempo.

Vista al mar Egeo sobre el Golfo Argólico. Grecia. Tirinto fue una de las ciudades orientadas al golfo.
Foto: Wikipedia.

La ciudadela de Tirinto, por su estado de conservación, es un ejemplo único de la arquitectura micénica. El complejo de la ciudadela se complementa con los restos de una ciudad circundante, todo ello, conformó un centro de expansión de la civilización, destacable en la historia de la Europa occidental.

La ciudadela micénica representa un excelente ejemplo de construcción, siendo de las primeras fortificaciones de la civilización, conteniendo uno de los primeros sistemas palaciegos bien documentados de Europa. Tirinto se presenta en la Arqueología, como uno de los complejos más ingeniosos, aventajando en soluciones, incluso a la ciudadela de Micenas y el palacio de Néstor en Pilos. 

La ciudadela de Tirinto estaba dividida en tres niveles que correspondían a tres fases históricas. 

"La construcción de la fortificación de la colina comenzó durante el siglo XIV a.C. y se completó a finales del siglo XIII (período IIIB del Heládico tardío)". Ministerio de cultura griego.
La ciudad, fuera de la ciudadela de Tirinto, era muy extensa y estaba totalmente organizada. El sistema administrativo del palacio poseyó el control de la producción agrícola, la ganadería y el comercio.


Plano del palacio de Tirinto al sur de la ciudadela. El palacio estaba ubicado en la parte más elevada de la acrópolis. las excavaciones fueron iniciadas por los alemanes, el primero en dirigir las excavaciones fue Schliemann en 1876. En el gran patio central del palacio se encontraba el mégaron, una distribución de habitaciones que daban paso unas a otras, de tipo más organizado que los palacios minoicos. 

En las dependencias entre el mégaron y el muro occidental se conservó la conocida "Sala del baño." El pavimento tiene una capa de caliza de más de 20 toneladas de peso.

En el ángulo noroeste, se documentó un sistema de canalizaciones que drenaban hacia un pozo en forma de T, que a su vez comunicaba con el colector de aguas pluviales de la acrópolis.

El palacio y el conjunto de la acrópolis estaban comunicados al mar, mediante una escalera con poterna de acceso al mismo.
Una cisterna subterránea aprovisionaba agua en caso de asedio.

El sistema palacial micénico, centralizado en su estructura, permaneció en funcionamiento durante unos cinco siglos, lo que aportó una homogeneidad cultural. Su momento de auge se produjo entre los años 1300 a.C. a 1200 a.C.

Mapa: Gustav Ebe (1834–1916).




Grabado de arquitectura con la reconstrucción del Mégaron de Tirinto (c.a. siglo XIII a.C.). Conocido por la gran sala (con dos columnas "in antis") del trono real adosado.

Por el eje central del mégaron, cerca del propíleo (entrada monumental con columnas al recinto) se encontró un altar prehistórico, también usado en tiempos históricos, que fue adquiriendo una forma cuadrada.

Todas las columnas del patio porticado (y las dos de la sala del mégaron) eran de madera, con las basas de piedra (las basas se conservan por su perfecto encaje en el pavimento). Al pavimento, recubierto de enlucido calcáreo decorado con cuadros, se accedía por dos escalones de piedra.

Las muros interiores estaban ornamentados con bellos frisos de alabastro, con palmetas y rosetas en relieve, y otros frisos azules, con pasta vítrea. En la parte superior (sobre los frisos) estarían las pinturas al fresco. 

Esta sala comunicaba con el pródomos interior, una especie de zaguán, también muy decorado. 

La sala principal del trono de unos 12 m x 10 m era la mejor decorada (mégaron principal) poseía un hogar central circular, a cuyo alrededor habían dispuestas cuatro columnas hacia el techo, con una apertura para la salida de humos y en un nivel superior un techo apoyado en cuatro columnas pequeñas como protección de las lluvias.
Imagen: Biblioteca digitalizada UCM Dr. Franz Stoedtner, Berlín.



La entrada al recinto fortificado de la acrópolis, situada en el levante,  se realizaba mediante una rampa, para facilitar el transporte de los animales que eran guardados en las cuadras, ubicadas en la parte baja de la acrópolis, a la derecha del acceso y también cerca de las casas de sus propietarios. Se conserva una parte, la original debió medir según los arqueólogos casi 5 m de ancho y más de 45 m de largo. En un principio la anchura era la misma de las aperturas de las murallas; posteriormente sufriría una reducción a la mitad de su ancho, como se conserva en la actualidad.

La puerta principal de acceso era similar en dimensiones y disposición que la Puerta de los Leones de Micenas, aunque sólo se han conservado las jambas.






Fragmento de un fresco del Palacio de Tirinto, del siglo XIII a.C., con el rostro de una dama. Su cabeza de perfil con elaborado peinado largo, tiene el ojo en posición frontal. Los micénicos indicaron las edades de las mujeres con la papada, una doble implicaba una mujer madura. 

Motivo artístico, clasificado como una escena de tipo procesional (ceremonia con desfile hacia un lugar concreto, portando ofrendas). El conjunto de la pintura representaba una procesión de mujeres. 

Los fragmentos de las decoraciones de los pavimentos del palacio están expuestos en el Museo Nacional de Atenas.

Foto: Museo Arqueológico Nacional de Atenas / F2C.




Reconstrucción del motivo, con la dama micénica en procesión portando una píxide (cajita). Los griegos guardaban en estas lujosas y delicadas cajitas, cosméticos y joyas. 

Según la convención de la representación micénica, muy tipificada y por lo tanto difícil de datar con precisión, las damas lucían una piel de color blanco.



Fresco del palacio con la representación de la caza de un jabalí.  El jabalí se muestra en el preciso momento de ser atacado con una arma ofensiva del tipo pica (se ha conservado una mano roja que blande la pica; el rojo era el color estandarizado para el hombre) mientras es perseguido a la carrera por tres perros blancos manchados, con collar. El intento de dar a la escena un dinamismo es notable, aunque los perros parezcan flotar en un fondo. las pinturas de Tirinto poseen valor artístico e histórico, puesto que proporcionan información sobre la vida cotidiana de los micénicos.
Las pinturas con escenas de caza, batallas y sacrificios, de los frisos, contenían figuras de 20 a 50 cm.
Museo Arqueológico Nacional de Atenas / C. Raddato.


Yelmo de bronce de un guerrero encontrado en Tirinto, perteneciente al período submicénico.

Los historiadores han remarcado el aspecto fortificado y guerrero en la civilización micénica. 

"Después del 1400 a.C. tuvo lugar en Grecia un cambio trascendental: en lugar de levantarse grandes cámaras funerarias se comenzaron a erigir los palacios-fortalezas. Los cinco principales encontrados hasta ahora son: Micenas, Tirinto, Atenas, Tebas y Pilos. Todos ellos, y también los de menor importancia, se asemejan más a los castillos medievales que a los complejos palaciegos abiertos de Creta." Dra. A. M. Vázquez Hoys. 
"Las continuas incursiones y guerras colocaron a unas pocas dinastías en posiciones de gran poder y soberanía, con los jefes inferiores o derrotados aniquilados en algunos casos, y en otros autorizados a sobrevivir bajo alguna forma de subordinación. Hay señales en varios lugares, por ejemplo, Micenas, Tirinte y Tebas, de destrucción e incendio violentos (...) seguidos de cambios en la edificación y fortificaciones." M. I. Finley (1912-1986). Historiador estadounidense especialista en Grecia Arcaica.




Túnel o síringe de Tirinto.  Estos túneles de bóveda ojival, fueron construidos con grandes bloques sin cemento. Pertenecen a la última fase de construcción de la acrópolis.

Foto: Alun Salt / Wikipedia.  

En Tirinto se encontraron algunas tablillas cocidas accidentalmente, con la escritura micénica,  una escritura administrativa para el control interno de palacio, incisa por los funcionarios, escribas especializados, conocida como el Lineal B. En estas tablillas de arcilla se escribía con un estilete, siendo de un sólo uso, eran almacenadas durante máximo un año, y después se tiraban. Nunca están firmadas. Los incendios de las destrucciones las han conservado, sumando todos los palacios, en cantidades de miles. Si hubo literatura (poemas o plegarias) no se han conservado, quizá por utilizar otros soportes, tales como cuero o madera.

Las tablillas nombran al rey (wanax) y sus comandantes (lawagetas). El rey era el poseedor de la residencia palacial, con sus sirvientes y artesanos y amo de los territorios agrícolas (temenos). También se mencionan a los esclavos de todas las edades y sexos (hombres, mujeres y niños) con la indicación de su procedencia geográfica.



A partir del siglo XIII a.C. el sistema de los palacios llegó a su final. Hacia finales del tercer milenio a.C., como atestiguan los hallazgos cerámicos, aconteció una fuerte destrucción en los palacios de la Argólide, entre ellos, Tirinto no fue una excepción. No se produjo una destrucción en toda Grecia, pero si tuvo una extensión hasta el otro lado del Egeo (Troya II), entre otros lugares, llegando incluso a Palestina.
El complejo de Tirinto sufrió la destrucción, con un incendio hacia el año 1200 a.C. Un siglo después, la Argólide quizá fue invadida por los dorios, y creen Tirinto pasaría a depender de Argos (la ciudad a 13 kms de Micenas) rival de Esparta.

"En Grecia no volverá a producirse nada semejante hasta el final de la Edad de Bronce, mil años más tarde. Emplazamientos que para su tiempo habían sido ricos y poderosos y que habían tenido una larga historia de estabilidad y continuidad cayeron literalmente en pedazos y lo que siguió fue totalmente distinto tanto en escala como en calidad." M. I. Finley (1912-1986). Historiador estadounidense especialista en Grecia Arcaica.

La acrópolis de Tirinto continuó como un centro de culto. Cuando el geógrafo e historiador viajero griego Pausanias la visitó en el siglo II d.C., Tirinto era un lugar abandonado.

A pesar del dramatismo, la Arqueología documentó que tras la destrucción del mégaron de Tirinto, sucedió una restauración durante el período submicénico, aunque su uso fue el de vivienda.
Aquella transformación llevó a elevar probablemente el templo de Hera, la hija de Rea y del Titán Crono, una de las principales diosas griegas. Dicho culto se testimonia por las tradiciones, que contaban como el primer santuario de la diosa de la Argólide se habría fundado en Tirinto, por Péraso, el hijo del mismo Argos, nieto de Zeus; episodio relacionado con la destrucción por parte de los argivos de Tirinto, después de las guerras con los persas, cuando sacaron del santuario de Hera, su ancestral estatua pequeña y sedente. El culto a la diosa puede documentarse con objetos arqueológicos, tales como: una cabeza de la diosa que debió pertenecer a una figurita de barro del siglo IV a.C., epígrafes de exvotos, inscripciones grababas en las piedras (como la de la síringe meridional) una gotera arcaica de barro y un capitel dórico muy antiguo. 
"El hundimiento de una civilización, siempre deja huellas y la vida diaria sigue." Ruzé, Amouretti. El mundo griego antiguo.


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