Las sombras de los antepasados romanos: Larvas y Lemures.

Las sombras de los antepasados: Larvas y Lemures. Los espíritus atormentados de la antigua Roma.

"Memento mori" (recuerda que debes morir).
 "Mientras bebíamos y considerábamos atentamente tales exquisiteces, trajo un esclavo un esqueleto de plata, articulado de modo que coyunturas y vértebras móviles se doblaban en todas direcciones. Una y otra vez lo arrojó contra la mesa, de esta suerte sus charnelas movedizas ofrecieron diversas figuras. Continuó entonces Trimalción:
  - ¡Ay pobres de nosotros, que todo hombrezuelo es nada! Así veremos todos, luego nos lleve el Orco (Muerte). Vivamos, pues, en tanto que podamos ir tirando." Petronio (27-66 d.C.) Satiricón. 

Esqueleto de miniatura de bronce articulado que representa un espíritu infernal de la muerte. Conocida como la "Larva Convivalis" era entregado a los invitados en los banquetes romanos. La larva mide 110 mm de altura, ha perdido su pierna derecha, y por una razón desconocida el brazo izquierdo ha sido sustituido por la pierna derecha inferior; es una pieza de museo extremadamente peculiar. En los banquetes se celebraba la vida, con este rito tan supersticioso como irónico, en el cual los comensales, mientras gozaban ociosos, exclamaban unas frases mágicas para ahuyentar a la muerte. En Nápoles, procedente de Pompeya, se conserva un esqueleto de plata articulado similar. Creyeron que se trataba de una costumbre oriental, siendo erróneamente interpretado como hebreo.
Foto:The Board of Trustees of the Science Museum 
"En Roma, los lemures son los fantasmas de los muertos, a los que se conjura en las fiestas de las Lemuria, que se celebra todos los años el 9 de mayo y los dos días impares siguientes (11 y 13). Esta fiesta se celebraba por la noche; el padre de familia salía descalzo de la casa, se lavaba las manos en el agua de una fuente y, volviendo la cabeza, arrojaba a la oscuridad alubias (o habas) diciendo: "Por estas habas me rescato, yo y los míos". Pronunciaba esta fórmula 9 veces sin mirar atrás, mientras los lemures, según se creía, recogían los granos. Luego el celebrante se purificaba una vez más las manos, golpeando un objeto de bronce y gritando: "¡Sombras de mis antepasados marchaos!" Entonces podía volver atrás su mirada; los lemures, satisfechos, se habían marchado hasta el año siguiente."
Pierre Grimal (1912-1996). Historiador y latinista parisino, fue miembro de la Escuela Francesa de Roma y profesor de la Sorbona.
Según Ovidio, el cabeza de la familia romana, el Pater Familias, efectuaba el ritual privado, en la medianoche del último día, cuando finalizaba la celebración de las lemuria, chasqueando sus dedos para advertir a los espectros, mientras caminaba por las tinieblas de la noche descalzo, como símbolo de no poseer atadura ninguna. Los fantasmas romanos se alimentaban de las habas, una vez satisfecho este acto, debían ahuyentarse, para ello, se procedía de tres modos: lavando las manos, por el simbolismo del agua como elemento purificador; haciendo ruido con los objetos de bronce, lo que nos informa de tiempos remotos; y repitiendo las fórmulas mágicas nueve veces.
Tanto el número nueve como las habas, simbolizaron para los romanos el mundo de los muertos. Los romanos creían que las habas brotaron de la sangre humana, por lo tanto, el alimento adecuado para los muertos, los lemures acudían a recogerlas, siguiendo al Pater Familias. El símbolismo del número nueve, estaría relacionado con los nueve días, durante los cuales después de fallecer el difunto, la casa permanecía impura.

Todas las culturas han interpretado el reino de las sombras. Pese al pragmatismo de los antiguos romanos, la superstición, la magia y cierto misticismo, configuraron un mundo de ritos de ultratumba, dedicados a favorecer el tránsito del difunto al más allá, y al mismo tiempo, impedir que los espíritus regresaran eternamente para perturbar a los familiares vivos y a sus respectivos. Con el fin de asustar más a los parientes, los fantasmas también podrían ser capaces de llevarse consigo a los vivos.

Los muertos con sus espíritus benignos o malignos, relacionados con el temor ancestral a la muerte y desde el respeto a la divinidad funeraria, formaron parte de sus antiguas creencias religiosas, que practicaron en el ámbito privado y público, en relación al culto de los antepasados; en memoria de los cuales, se ofrendó con respeto: regalos, flores y viandas; siendo muy importante durante este tiempo, evitar cualquier error u omisión en el desarrollo de aquellos ritos funerarios, pues de lo contrario, creían que aquellos espíritus del mundo infernal, regresaban atormentados, de nuevo a sus antiguas casas, convertidos en sombras malignas, para pedir con sus terroríficas apariciones, un entierro digno como corresponde a un romano.
"A la búsqueda de comida y bebida se aparecen en nuestras casas y durante toda la muerte esperan." Mecenas

Los difuntos eran llamados con los siguientes términos: manes, dii manes, umbra, imago, animus, simulacrum y effigies. 

Estela funeraria de mármol de Licinia Amia del S. III. de la Necrópolis Vaticana. Una de las más antiguas inscripciones cristianas, aún conteniendo la fórmula del "diis manes", aquí abreviado como D.M. Debajo de la dedicatoria a los dioses manes, se ha inscrito una frase en griego: "ΙΧΘΥC ΖΩΝΤΩΝ" ("Ikhthus zōntōn") que significa "pez de los que viven" y la inscripción en latín que reza:"LICINIAE AMIATI BE/NEMERENTI VIXIT." (traducida en inglés: "Licinia Amias well-deserving lived") haciendo referencia a la merecida vida en el descanso de Licinia Amias.
El pez fue un símbolo del cristianismo primitivo, muy utilizado durante el S. II y III d.C. Emblema de Cristo, hijo del Dios como Salvador, derivado de un acrónimo griego: IXΘΥΣ: Iota I=Jesús, Ji X=Christos, Theta Θ=Theou (de Dios), Ípsilon Υ=Uios (Hijo), Sigma Σ=Soter (Salvador)
Foto y Fuente: Wikimedia Commons


Los Manes eran los genios romanos vinculados al culto de los muertos, hijos de la diosa Manía. Al principio eran los espíritus de los muertos en la casa, posteriormente pasaron a constituir almas de difuntos divinizados. Su culto era muy antiguo, de los tiempos del rey Numa Pompilio (S. VIII a.C.) el sucesor de Rómulo. Señaló los días 18 y 21 de febrero para sus fiestas. 

Los espectros infernales maléficos eran conocidos como los lemures y las larvae. Algunos autores no los han separado. Dichos espíritus, pertenecieron a personas muertas prematuramente, o en circunstancias dramáticas, tales como: suicidas, víctimas del desamor, criminales, y sobre todo de la guerra. La epilepsia era relacionada con la acción de las larvas. Las larvas torturaban a los condenados del infierno.
Las larvas serán representadas como esqueletos siniestros. Ambos espíritus (larvas y lemures) no se han encontrado en los epitafios por su carácter de tabú.
A finales de la República se las representará en las lámparas sepulcrales, lápidas y copas, acompañando a otro tipo de muertos, como a los filósofos y otros personajes célebres. Estos esqueletos pueden danzar sin descanso, ser músicos y tocar instrumentos. Algunas veces aparece una mariposa, símbolo del alma, o jarras de vino, cornucopias, guirnaldas o fuentes conteniendo comida.
Para aplacar el poder maléfico de los lemures, muy parecidos o iguales a las larvas, los romanos celebraron los Lemuria o Remuria. Ovidio expuso que el fantasma de Remo, hermano asesinado en sacrificio por Rómulo, se aparecía por la noche para atormentar, pidiendo un festival a la gloria de su nombre. También daba nombre al lugar donde fue muerto y enterrado, relacionado con la colina del Aventino, donde se celebraron las primeras fiestas en su honor, que con el tiempo pasaron a englobar a todas las personas fallecidas por asesinatos o muertes prematuras, y finalmente, a todos los difuntos.
Los días de celebración de los Lemuria fueron señalados en el calendario romano como nefasti.



Larario romano en la Casa de los Vetti de Pompeya. El larario era un pequeño altar dedicado a un ancestral culto doméstico de los antepasados, las divinidades menores: los lares. En las casas ("domus") de los patricios se encontraba en el atrio o patio principal.
Durante el Imperio Romano los Lares se respresentan como unos jóvenes con coronas de flores, con páteras o cornucopias. En el centro, quizá aparece la figura principal de la antepasada como Vesta, la diosa pública del hogar.
Los lares siguen siendo un misterio, y de complicado estudio, pues en las fuentes existe cierta confusión entre: lares, manes, larvas y lemures. También podrían representar héroes al estilo de los griegos, o según leyenda de Ovidio, eran los hijos del dios Mercurio, por su semejanza física con el dios griego Hermes
Los Genios eran las serpientes, por su relación con el mundo terrestre, capaces de penetrar en el mundo infernal subterráneo, siendo un símbolo masculino, relacionado con la virilidad. Presiden los casamientos, protegiendo a los novios y favorecen la procreación.
Los romanos veneraban a sus muertos pero no les confieren un culto de dioses. En sus orígenes se relaciona con la "Lar familiaris", cuando en cada casa se veneró a un único lar, como espíritu protector del fuego doméstico o el hogar.
Los Compitalia fueron unos juegos muy antiguos, relacionados con los lares, en los cuales los esclavos eran libres para no trabajar y recibían una ración extra de vino. Fue un culto familiar relacionado con el mundo agrícola.
Foto: Wikimedia Commons

Figuritas de Lares, personificaciones benéficas, en el Museo Archeologico Nazionale di Napoli. Representados como adolescentes, mostrando la característica pátera y la cornucopia.
Los lares eran divinidades menores de los antepasados, se remontaban a tiempos legendarios de los latinos, etruscos y sabinos.
También aparece la diosa del hogar Vesta, una divinidad antigua quien preside el fuego de la casa. Vesta recibió el máximo culto en Roma, oficiado por el "Pontifex Maximus" y las vírgenes vestales. Las vestales vestían en su cabeza un velo, y portaban una lámpara encendida en la mano, como insignias de la diosa. 

Foto: Carlos Pino Andújar/Wikipedia
Altar de los Penates en la Casa del Salone Nero de Herculano. Los penates eran las divinidades protectoras de la despensa. Junto con Vesta y el "Lar familiaris" formaban las divinidades domésticas. Fuera del ámbito privado, recibieron un culto público, pues cada ciudad, considerada como una gran casa tuvo sus propios Penates.
Foto: Wikipedia

"Los romanos honraron a sus muertos con grandes monumentos en cementerios y a lo largo de caminos; con sencillos funerales y con grandes cortejos fúnebres. Es posible que estas fiestas tuvieran componentes que no fueron tanto para honrar a los muertos como para protegerse de ellos." Teresa Espinosa Martínez


Torre funeraria romana, conocida como "Torre de los Escipiones". Fue construida a mediados del S. I d.C. Se encuentra a 6 kms de distancia de la capital de Tarraco (actual Tarragona, Catalunya) que fue la importante capital imperial de la provincia de la Hispania Citerior.  En su parte central se representó al dios de Frigia (región de Asia Menor, en Anatolia) Atis, divinidad de la muerte y la resurrección, hijo de Pessinunte. Aquí se encuentra la cámara funeraria que contenía el ajuar del difunto. Su base mide 4.40m x 4.70m. Atis, representado como un hermoso doncel, vivía en los bosques de Frigia. La diosa madre Cibeles le eligió como guardián de su templo, con la condición de mantenerse eternamente virgen, pero Atis se prendó de la bella ninfa Sagaritis, entonces la enojada diosa derribó el árbol del que dependía la vida de la ninfa, causándole la muerte. Atis desesperado se castró a sí mismo, entonces la diosa le volvió a aceptar en su templo. El mito de Atis, simboliza el ritual de la autocastración que fue practicado en la antigua Frigia, por los jóvenes sacerdotes consagrados al templo de Cibeles.
En la torre funeraria de Tarraco Atis simboliza una divinidad solar importada, cuyo poder otorgaba la inmortalidad a sus seguidores, probablemente perdiendo su relación con la diosa madre del mito original.
Los cultos extranjeros entraron en el Imperio Romano bajo el consentimiento del Estado. Los cultos eran tolerados para extranjeros y no ciudadanos; no se permitió el proselitismo y las prácticas moralmente inapropiadas para un romano. Difícilmente la ley podía contener las aportaciones culturales, en especial desde Oriente, pese a los decretos, la oposición conservadora y la vigilancia, los cultos continuaron siendo introducidos por orientales que ya vivían en Occidente (esclavos, italianos que retornaron iniciados desde el Este y por los trotamundos caldeos).
Foto: Wikimedia Commons






 

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