Las mujeres etruscas. Familia, lujo y poder.

Las mujeres etruscas. Familia, lujo y poder. Las damas de ultratumba.

Heródoto recogió la tradición, según la cual, los etruscos (o tirrenos) fueron el resultado de la colonización realizada por el pueblo lidio, procedente del Asia Menor, sobre el territorio de la Península italiana, conocido por la historiografía como Etruria, que ocuparía una franja costera e interior, aproximadamente frente a la isla de Córcega, y al norte de la ciudad de Roma; consiguiendo un área de extensión y control sobre el Mar Tirreno y parte del Mar Adriático, y unas intensas relaciones con el mundo mediterráneo (talasocracia etrusca: potencia marítima comercial).
Su territorio, en la actual Toscana (Italia) primero estaba relacionado con la cultura de la Edad del Hierro de los Villanovanos (900-700 a.C.) que vivieron de forma sencilla, con una economía básicamente agrícola.
La Arqueología documentó las primeras relaciones comerciales, de los etruscos en el Mediterráneo con griegos, en el Sur de Italia y en Sicilia, en el siglo VIII a.C.
En el año 707 a.C. dio comienzo el III Saeculum (término utilizado por los etruscos para definir sus edades históricas. Los tirrenos creyeron que los dioses les habían concedido 10 saecula).
En el siglo VII a.C. los etruscos iniciarán su esplendor como civilización, con muchas influencias orientales en su arte, cuando aparecen sus primeros túmulos y tumbas pintadas. Se intensifican las relaciones comerciales y se produce una expansión hacia el Mediterráneo Occidental y por los territorios del Lacio.
A la muerte del emperador Claudio, en el año 54 a.C. (siglo I a.C.) se dará por finalizado el último Saeculum etrusco, el número X.

Sarcófago policromado, construido en terracota, de la mujer aristócrata etrusca Seianti Hanunia Tlesnasa, del S.II a.C. Longitud: 1.83 m. Fue descubierto en el S. XIX en Poggio Cantarello, en las proximidades de Chiusi (Toscana, Italia). Adquirido posteriormente por el British Museum de Londres, junto con los restos de un esqueleto.  Existe otro sarcófago parecido en el Museo Nacional de Florencia, de otra dama, llamada Larthia Seianti, que creen podría pertenecer a la misma familia: un clan aristocrático de la antigua ciudad de Chiusi. La dama fue retratada con una belleza  más idealizada, eliminando defectos y mostrando su aspecto más saludable y juvenil, se trató de una clienta muy distinguida, aunque se reconocen sus rasgos, la reconstrucción forense, como suele acontecer muestra una imagen más realista.
Foto: British Museum, London / Wikipedia.



Reconstrucción forense de la aristócrata etrusca Seianti Hanunia Tlesnasa, que vivió en el S.II a.C.


"Dos estudios del esqueleto por Marshall Becker y R. W. Stottart, y dos estudios de evidencia dental por D. K. Whittaker y John D. Lilley, brindan información nueva y sorprendente. En la adolescencia tardía, Seianti "sufrió lesiones extensas en los tejidos blandos que rodean su columna lumbar y el lado derecho de su pelvis", que puede haberla dejado discapacitada más tarde en la vida. Era de mediana edad y obesa cuando murió, tal vez debido a la inactividad forzada. Esta información se relaciona con la reconstrucción facial, presentada por Prag y Neave, donde emerge un rostro de Seianti que se parece mucho a la imagen (¿nos atrevemos ahora a llamar retrato al retrato?) En el sarcófago". British Museum Press, 2002

Las mujeres etruscas ostentaron un nombre propio, lo que debió conferirles una personalidad mayor en la institución familiar. Ellas se llamaron: Velia, Tanaquil, Ramtha, entre otros bellos nombres, mostrándose, en estos detalles, más distinguidas que las propias matronas romanas. 
El núcleo familiar fue sólido, y de una organización similar en muchos aspectos a la griega y romana, también con una filiación patriarcal reflejada en sus inscripciones. La epigrafía latina después del nombre y el gentilicio (nombre que indica la Gens,  la antigua tribu,  el identificador del origen de las familias patricias) señalaba el nombre del padre; en cambio la afiliación etrusca, añadió normalmente el apellido de la madre, e incluso su nombre. La preponderancia siempre recayó en el gentilicio, que le precedió, siendo el del padre, que recibían los hijos e hijas en el nacimiento. El nombre de la madre ocupaba un lugar posterior, y por lo tanto secundario, pero no fue omitido; un aspecto muy importante a destacar en la historia de las mujeres tirrenas.

Disfrutaron de mayor libertad de ocio y poder político que las romanas.
Tito Livio asombra con la participación de la dama aristócrata etrusca Tanaquil (en etrusco: Thanchvil, Thanchufil o Thanchfil) para ascender a su marido al trono, el primer rey etrusco de Roma: Tarquinio el Antiguo. Tanaquil según la tradición, como era reconocido en las etruscas, fue hábil adivina de los movimientos de las aves, e interpretaba los signos celestes, cuando un águila, se posó en la cabeza de su marido, concibió sus ambiciones.
A la muerte de su esposo, también ejerció su poder e influencia para entronar a otro rey etrusco, Servio Tulio, al que vaticinó su porvenir cuando era un niño. 

Las etruscas en las fuentes escritas fueron representadas como grandes bebedoras y mujerzuelas ociosas, para compararlas con las virtuosas damas romanas, probablemente con intencionalidad. Los maridos etruscos, evidentemente no pensaban de tal modo, e inscritas en las tumbas, los arqueólogos encontraron denominaciones, alabando las virtudes que apreciaron, tales como: Pudica, lanifica, domiseda.

"Los jóvenes hijos del rey, se reunían de vez en cuando para matar el tiempo en festines y excursiones. Un día que estaban bebiendo bastante en la tienda de Sextus Tarquino, después de una cena a la que también asistía Tarquinio Colatino, hijo de Egerius, la conversación recayó sobre sus mujeres, y cada uno alababa a la suya de forma extraordinaria." Tito Livio. S. I a.C. - S. I d. C.  "scriptor historicus" en el reinado de Augusto.

Obra maestra de la escultura etrusca realizada en terracota, conocida como el Sarcófago de los Esposos, de Cerveteri, en el Museo de Villa Giulia. S. VI a.C, época de máxima expansión del imperio etrusco.
Representa a una pareja de esposos, apoyados cómodamente en cojines, y recostados en el triclinium, Su estilo recuerda el arte griego arcaico, aunque los etruscos proporcionaron más rigidez al rostro y un estudio más detallado de las manos. Es probable que sostuvieran objetos de lujo, de banquetes o rituales, propios de su cultura.. Las damas suelen sostener guirnaldas, copas o vasos conteniendo ungüentos y perfumes; parece como si ellas, ofrecieran, tales regalos simbólicos a sus queridos esposos, para complacerles y honrarles.  Al mismo tiempo, se vanaglorian a ellas mismas, demostrando su posición social e importancia.
La escultura mide 2.20m x1.40m. A pesar de su tamaño, parecen funcionar como urna cineraria, contenedor de los restos de los difuntos 
(huesos y cenizas).
Los grandes sarcófagos etruscos fueron fabricados en serie, como hicieron posteriormente los romanos.

El hombre muestra un predominio más sumiso, comparado con el mundo griego. Los etruscos suelen representar en su escultura funeraria, un reflejo de su vida cotidiana de élite, una vida familiar más plácida y amorosa, donde los esposos interactúan en mayor complicidad, y una cierta igualdad que sorprende para el mundo antiguo; entre gestos, caricias y miradas; posibles indicadores de una vida más confortable para las esposas etruscas, en comparación con las griegas, la mujer griega fue representada en los banquetes, a los pies del cónyugue, una postura de total sumisión, como una sirvienta, donde se mostraba muy atenta y solicita a los deseos del esposo. Estaban representando su idea de la felicidad en la perfecta vida conyugal, para una eternidad. Algunos autores señalaron el hedonismo etrusco hasta en la muerte, por su afición a los placeres carnales y la bebida. Una vitalidad que no terminaba en el mundo de ultratumba., para otros especialistas, las obras revisten un carácter simbólico, al reflejar la sensualidad y la sexualidad ,con el mundo de la muerte y la relación entre la fecundidad y la resurrección, una cosmovisión de muchas culturas antiguas.
Foto: Gerard M / Wikipedia


  “los etruscos se tumbaban en los banquetes junto a sus esposas, tapándose ambos con un mismo manto" Aristóteles (Anales de Historia del Arte 11 2007).


Las fuentes escritas que han llegado a los historiadores, pertenecen a autores griegos y romanos, usuales enemigos de los etruscos, resaltando aquellos aspectos escabrosos y criticables, no dando una buena imagen de las mujeres etruscas, aún de tal modo, las ideas sobre la familia y las mujeres que tanto proclamaron los clásicos, nos parecen, desde nuestra percepción actual, más modernas y libres, que las de los propios autores. Pero tales percepciones, deben ser siempre muy controladas, o caeríamos en errores provocados por nuestros prejuicios.
"Los tirrenos tienen a las mujeres en común (...) Crían a todos los niños que vienen al mundo, sin saber quién es el padre de cada uno." Teopompo. Historiador griego del S. IV a.C.
 "Es obvio que tal actitud, documentada por lo demás en múltiples representaciones artísticas, debía resultar extraña al griego acostumbrado a los simposios masculinos, donde sólo las hetairas representaban al otro sexo, y por tanto podía dar lugar a suposiciones gratuitas sobre la moralidad de las mujeres casadas". Miguel Ángel Elvira Barba (Madrid, 1950). Historiador y catedrático exdirector del Museo Arqueológico Nacional (MAN).
Mujer etrusca representada en una urna funeraria de incineración, con restos de policromía, del S. II a.C.
Plauto, el comediógrafo latino, en sus comedias, mostró a las mujeres etruscas como hábiles seductoras que conseguían las mejores dotes en los matrimonios. Su vida fue motivo de escándalo y blanco para las críticas de los autores grecolatinos. Si las mujeres griegas y romanas permanecían encerradas en los ámbitos domésticos, los autores se quejaron de que la mujer etrusca gozaba de mayor libertad y salía de la casa con frecuencia, más de lo deseable, para la moralidad del mundo clásico. 
Las etruscas podían mezclarse con los hombres en los banquetes, tendidas a su lado, sobre los lechos.Se las representará con una abundante cabellera rubia, envueltas con un pesado manto bordado, sobre su túnica.
Las mujeres etruscas, libre y alegremente, podían danzar, ir a los conciertos de músicos y acudir a las celebraciones deportivas..
Foto: Staatliche Museen / Grupo Anaya


Espejo femenino de bronce , objeto de la toréutica etrusca, con grabados en cincel, de una figura masculina y otra femenina, ambas desnudas, encaradas, con sus brazos dirigidos hacia el contrario, alcanzando ella la cara del varón, que podría corresponder con algún mito griego del gusto de las élites femeninas. Aparecen rodeados por una orla de motivos vegetales. Los espejos de las mujeres, objetos de lujo, muy apreciados, de prestigio, eran bruñidos, siendo reflectantes por un solo lado, y decorados con una herramienta tipo buril, por la otra cara.; se asían por un mango que podía ser de marfil, o más común de madera. Siglo IV a.C. (?).
Foto: Museo Arqueológico de Bolonia / Grupo Anaya

En las famosas pinturas de las tumbas etruscas, como en la Tumba Golini (Tumba de los Velii) de Orvieto, del siglo IV a.C., mostraron ricas escenas de la vida cotidiana que acompañaron a los personajes nobles al mundo de la muerte. El tema principal fue la realización del banquete y su preparación, donde se pueden apreciar todos los detalles, como la carne en la despensa, las cocinas y los sirvientes cociendo alimentos en el horno o sirviendo las mesas, y sus utensilios. Lo más curioso y sorprendente, es ver como indicaron los nombres de algunos de los sirvientes, lo que apunta a una sociedad más respetuosa con la dignidad personal, teniendo presente que perteneció a la aristócrata familia de los Leinie. Aquellos privilegios que concedieron a sus sirvientes, incluso escandalizaron más a los romanos, que la libertad de las mujeres etruscas. Antonio Giuliano lo interpretó como una aportación del helenismo, que no tanto pretendió mostrar el ambiente en el que se desarrollaba la vida del difunto, sino el acompañamiento simbólico a su última morada en el más allá, y que aunque cambió la concepción de la muerte, continuó la esencia etrusca por el naturalismo de las escenas.

Tumba de los Prestidigitadores. Tarquinia. 

Detalle de la bailarina de la Tumba de los prestidigitadores, entre el auleter y el malabarista dispuesto a lanzar unos discos.

En Tarquinia, Patrimonio de la Humanidad por la Unesco, se han conservado, muy restauradas, por acción del tiempo, la destrucción y el saqueo, unas 6.000 tumbas excavadas en la roca (Necrópolis de Monterozzi). En la Tumba de las Leonas aparece una graciosa bailarina, con preciosa vestimenta y tocado, con sus típicos escarpines de punta, que usaron ambos sexos, luciendo unos delicados y grandes pendientes o rodetes, a la altura de sus orejas, en la finalización del tocado o gorro que parece cubrir totalmente su cabello. Pero otras damas no llevan tocado, como la bailarina de la Tumba de los Prestidigitadores, quien luce largas trenzas morenas, que también recuerdan mucho a las modas griegas (estilo jónico). Esta tumba del siglo VI a.C. tiene como tema el mundo del espectáculo, con prestidigitadores, como su nombre indica, y bailarinas, que se muestran ante un personaje noble, posiblemente el difunto, sentado en su silla de tijeras, como espectador principal de la escena. Una hermosa equilibrista de falda transparente por debajo de los muslos, lleva una lámpara en su cabeza, mientras danza con la música de un auleter que toca el aulós (oboe o flauta doble) frente a un malabarista, realizando algún tipo de espectáculo o juego, en honor del difunto, o por celebración del ocio cotidiano ante el personaje masculino principal.

 "Desaparecieron como pueblo, sin intentar una diáspora ni inmolarse en un holocausto: se dispersaron sin más, sin marcharse a ninguna parte. Su ciclo había terminado, La memoria de su esplendor quedaba confiada a lo que un paciente trabajo ha ido descubriendo y continúa todavía haciendo." Antonio Giuliano fue el coordinador del Museo Nazionale Romano. El mayor historiador de la Arqueología italiana.

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